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mación primitiva y en el desarrollo de
los organismos como en su restaura–
ción si han sufrido y son curables. Lo
imprevisto y lo instantáneo es contrario
á esta ley, ni puede acontecer sino en
virtud de un poder superior á la ley:
por consiguiente toda curación repenti–
na de un morbo que aflige ó lesiona un
Ór6ano, aun cuando no fuera más que
por la instantaneidad, es superior y con–
traria á las leyes de la naturaleza. Ni
sucederá nunca que alguna ciencia lle–
gue á descubrir unacausa natural que
se sobreponga ó contraríe este orden:
pues, por esto mismo, esta causa sería
sobrenatural. Luego, la esperanza de
que un día pueda descubrirse una causa
que haga (ó convierta) en falsas las pro–
piedades de las causas conocidas y cier–
tas, no es esperanza de lo desconocido
es esperanza de lo absurdo.
Por lo demás hemos concedido dema–
siado concediendo, por simple figura de
argumentación, que en los hospitales se
obtengan todas las curaciones que se
operan en Lurdes. ¿Cuándo se obtuvo la
curación radical de un cáncer, por su
malignidad, siempre incurable? ¿Cuán–
do la reconstitución del órgand visual
ya destruído? y sin embargo en Lurdes,
la señorita Piquet logró la primera,
y
la
niña Horeau obtuvo la segunda.
Conque, no sólo la manera súbita