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¿De dónde, pues, tanta incredulidad
cont:ra tanta evidencia? alguien se pre–
guntará
á
sí mismo. Nó de no poder sino
de no querer creer; contestamos nos–
otros: y no se quiere creer, porque se tie–
ne miedo de creer. El milagro es acto só–
lo de Dios, autor todopoderoso y Señor
de la creació
n.Toda obra
4.uelleve el sello del mila–
gro, se manif
ie.;ta abiertamente divina.
Así como un solo milagro basta par
autenticar á la Iglesia como 'divina, así
basta para demostrar como di vinas las
apariciones de la Virgen en la gruta de
Massabielle. Ahora, si divina es la Igle–
sia, divina es su fe: si divinas son las
apariciones de Lurdes, divinas son tam–
bién las enseñanzas que ahí se dieron.
La fe divina de la Iglesia no se separa
de la ley divina que ella prescribe, ni
de llits divinas sanciones de premio y de
castigo de los que está munida ·: del mis–
mo modo que las divinas apariciones de
la Virgen en Lurdes no son separables
de los dogmas que Ella ahí ha confirma–
do
y
de la penitencia á la que ha con vi–
dado á los prevaricadores de la ley,
á
los impugnadores de la fe divina de la
Iglesia.