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traordinarias y de las más averiguadas
que se hayan visto en Lurdes. Por lo
demás, el semblante gozoso de aquella
criatura, su mirada algo extraña, el in–
genuo estupor con que se fijaba en la
bóveda de la Basílica, como si hubiese
llegado del otro mundo, contemplando
Rus bellezas, hablaban muy alto en fa–
vor de la realidad del hecho.
"Según mi parecer, un artista que hu–
biese querido representar al vivo el ato–
londramiento, hubiera hecho una obra
maestra tan{sólo con retratar el rostro
de aquella mña." (1)
El finado barón de Saint-Maclou que
~ntonces
presidía la oficina de los médi–
cos, publicó sobre este mismo hecho el
sig·uiente proceso verbal.
"La joven
María Luisa Horeau, de Alengon, esta–
ba ciega. El doctor Federico Beaudoin
declara que la enfermedad había prin–
cipiado por dos erisipelas que habían
produeido la
keTatoconfuntivitis.
Las
lesiones sobrevenidas, que causaron la
ceguera, deben adscribirse á una
irido–
coroiditis
con depósitos trasudados en
la retina. La ceguera databa de dos
años. El 21 de agosto, durante la pi'o–
cesión del Santísimo Sacramento, mien–
tras el Señor pasaba por delante .de ella,
(1) Triomphe de Jesüs Hostie paele
R.
P. Hen–
,/l·i
Vadon ::::;, J. París 18"90.