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-28-

imaginarias las curaciones, en nueRtro

caso, será más que suficiente contar

brevemente unas poquísimas de las más

auténticas

y

evidentes;

y

notar después

lo fútil de las razones que él les aplica

para demostrar insubsistente lo mila–

groso en ellas. Y á fin de que no se ape–

le á los subterfugios de las neurosis

y

de

los histerismos, nosotros escogeremos

algunas curaciones de males que nada

tienen que ver con los neuropatías.

IX

Sea la primera, la curación de Pedro

de Ru'dder, acaecida no en Lurdes sino

en Bélgica, delante de una estátua de

la Virgen y

tlr.J.

una gruta modelada so–

bre la de Massabielle.

Este pobre

y

buen artesano, en 1867

se quebró una pierna por habérsele caí–

do un arbol encima.

El hueso se fracturó en el medio: y, á

pesar de los muchos aparatos que se

le aplicaron, nunca se logró reunirlo de

nuevo. El infeliz pasó un año entero

en cama. Tres médicos lo atendían, pe–

ro inútilmente. Después de ocho años,

la parte inferior de la pierna, que no se

adhería á la superior, se movía en todos

sentido. Los dos fragmentos del hue–

so roto distaban el uno del otro tres cen–

tímetros, viéndose en el fondo un.a an-