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y acaecidos en los cuatro años inrn¡,dia–
tarnente sucesivos á las apariciones: los
mismos que también se
reconocieron
como verdaderos, seguros y excluyentes
de toda duda.
Acerca de lo cual, el que desee ente–
rarse, puede consultar los documentos
publicados por la historia, y los actos de
la S. Liturgía, decretados por los Sumos
Pontífices Pío IX
y
León XIII.
Haciocinando nosotros acerca del mi–
lagro de Lurdes, no pretendernos usur–
par la autoridad de la Iglesia, ni pro–
nunciar fallos definitivos, sino juzgar
simple y humanamente, y según los cri–
terios comunes, los hechos y sus adjun–
tos, como evidentemente superiores ó
contrarios á las leyes de la naturaleza:
y por consiguiente, no explicables sin
la intervención directa de Dios, Criador
y Señor absoluto de esa naturaleza, en
lo cual consiste el milagro.
Esto supuesto, nosotros afirmamos que
en Lurdes, dentro y fuP-ra del Santuario,
y en sus afueras, y aun muy lejos, en
varias partes del mundo, ó por el uso del
agua prodigiosa que ahí brota, ó sin ella,
y recurriendo á la ayuda de la Virgen
Marlre de Dios que ahí se manifestó, en
los treinta y seis años transcurridos, de
estos hechos se han efectuado mil y
mil, y á menudo se efectuan hoy tam–
bién: de manera que se calculan apro-