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balmente en el período de la peregrina–

ción nacional á Lurd:es, el'

Gaulo1s,

pu–

blicaba maravillas de lo que había acon–

tecido allí. El escritor hablaba de veinte

'

mil peregrinos, de las curaciones mila–

grosas-averiguadas por el mismo señor

Meyer, y citaba nombres y contaba

hasta cincuenta

'de

dichas curaciomes

de varios grados, oomduyendo:

"todos

estos hechos están autentizados porpro–

cesos escritos, redactado$ con mucha se–

veridad

y

con lealtad suma: por lo de–

más, que vengan aeá los incrédulos

y

podrán juzgar por sí mismrJs."

Esto sentado, ¿cómo dudar de la pr(j)–

bidad, sinceridad, y veracidad de

los

testigos de lar.; a.dmirable's curaciones

que se obran en Llir'des? ¿Qué otra cosa

podía hacerse que invitarlos á ver?

VI

Pero su certidumbre innegable adqui–

rió

todavía nuevo :vigor, si cabe, con la

institución de la oficina médica, que

se ha dedicado á estudiar, allí mismo

escrupulosa y sagazmente, uno por uno

·todos los Qasos, y

á

dar de elloe relación

científica al público, mediante la impre–

sión de los llamados

procesos ve1·bales.

Esta institución, nq.nca vista ni oída

en los anales del cristianismo

y

admi-