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V
Zola, que se da humos de saber tantas
cosas acerca de Lurdes, no puede
ig–
norar la fuerza de esta razón, que cons–
tituye el más noble reto que se haya
lanzado á los descreídos. Por cierto que
él no ignora como ella fuese comprendi–
da y aceptada por un escritor de claro
ingenio y de excelente corazón, entre
los más cultos y valientes de
qu~
Fran–
cia se gloria, Enrique Lasserre. El tam–
bién se resistía á creer en los milagros
de Lurdes; pero, compelido por un pro–
testante, sin ir allá probó en sí mismo
el ensayo del agua de la gruta de Mas–
sabielle. A su contacto, recuperó en un
instante la vista que había irremisible–
mente perdido, y fué tanto su agrade–
cimiento á la Virgen por este insigue
favor, que pronto se resolvió
á
escribir
la historia más completa que se haya
escrito de aquel Santuario.
"No me he contentado, decía en su
prefacio, de documentos auténticos, ni
de cartas, ni de expedientes , ni de
testimonios escritos: he querido, cuan–
to me ha sido posible, conocer
y
verlo
todo por mí mismo y hacerlo revivir to–
do ante mis ojos, con el recuerdo y las
palabras de los que habían visto. He