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ideas muy atrasadas,
ó
del todo extrañas al progreso moderno,
como si el fin del hombre no fuese siempre el mismo. Nues–
tros ma.yores eran mas piadosos que nosotros; comenzaban el dia
refugiándose en el templo, donde of.recian á Dios y
á
la memo–
ria de sus antepasados las obras todas y los afectos de aquel
dia. Alt0 aun el sol, se congregaba la familia .á comer, bendi•
ciendo la mesa al principio con la invocacion de Dios, y santifi–
cándola al fin con la. memoria de aquellos que la muerte había
arrebatado.
Al caer de la tarde se repetían piadosas oraciones ante la
imágen de María,
y
terminaban el dia como lo habían comenza–
do. Hoy ¡qué diferencia! Apenas abrimos los ojos, el periódico
nos trae la racion de odio ó de fastidio bastante para todo el
dia; nos sen.tamos
á
la mesa sin paz ·ó con ·escasa alegría,
y
nos levantamos de ella sin volver los ojos
á
nuestro criador y
conservador. Como si nuestra casa fuese estrecha, ó nuestra
.familia nos fastidiase, buscamos anchura, muchedumbre y bu–
llicio en los cafés, en los teatros, en los casinos, y ya á desho–
ra de la noche volvemos á nuestra morada, agitado el cora–
zon, el remordimiento en la conciencia, el fastidio en el alma;
vacío el entendimiento
y
el bolsillo. Nuestros mayores busca–
ban el consuelo en la devocion
y
atnistad
y
-se inscribían en
las cofradías, congregacionés ó hermandades piadosas ó carita–
tivas; nosotros no sé lo qne buscamos; pero nos asociamos en
los clubs y en las compañías ·anónrmas. Hoy semejantes á
los hijos de Noé construyendo la torre ·de Babel, edificamos·
sin ver la conclusion de nuestros edificios, ó la realizacion de
nuestros proyectos; ó semejantes
á
Eróstrato incendiando el
templo de Diana, acabamos con los magníficos templos, edi–
ficios suntuosos, claustros y galerías. Nuestro corazon busca
su reposo, nuestra vida huye, carecemos de paz que es el ma–
yor bien de los bienes.
Guillermo.-Todo
el mundo exclama: ¡cuán presto se vá el
placer! pues nuestras diversiones son tan pasajeras como las
nubes del verano, nuestro corazon es un laberinto inesplicable
y nuestra alma ha sido formada para un mundo mejor.
Eliseo.-Amigos,
mañana desaiTollaremos este último pen–
samiento. Serian las doce de la noche. La luna, esa antor•
cha de las tinieblas, como la ha llamado
Esta.él, no preside
el concmso de numerosas esttellas que pueblan las dilatadas
regiones de lo desconocido, miéntras los amigos ee dirigen
á
sus hogares.