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fragil, de corta durar.ion y lleno de, peligros? ¿y por cuántos

peligros hay que pasar precisamente para llegar á ese peligro

mas grande? ¿y cuánto tiempo fuera necesario para conseguir

eso; siendo así que si quiern ser amigo de Dios en este misino

instante lo puedo ser? iba llorando á grandes sollozos

y

suspi–

ros; conoció la vanidad de este mundo en que todo acaba..... .la

refleccion acibaró la dutzura de sus honores

y

riqubzas,

y

ha·

bló de esta suerte

á

su amigo.

"Yo estoy ya enteramente sepa–

rado de todo lo que hasta ahora fué el objeto de nuestras

esperanzas; estoy resuelto

á

servi1· á Dios,

y

quiero comenzar

desde este punto, y en este mismo sitio.

Si tú no te hallas en

estado de segufr mi ejemplo, no quieras oponerte

á

mi designio".

El otro respondi6 que quería serle compañero y los dos abraza–

ron el estado religioso. Miéntras tanto yo

y

mi

compañero

que nos paseabamos por otras partes de la huerta, despues de

haberlos andado buscando algun tiempo, llegamos á aquella mis–

ma casilla; y habiéndolos hallado, les dijimos que

ya

era hor&

de volvemos, porque se iba acabando la tarde.

Pero ellos

llos refiríeron todo esto que acabo de deciros,

y

nosotros llo–

rando

á

grandes voces, nos volvimos á palacio, encomendándo–

nos

á

sus oraciones. Y es de notar que estos dos estaban

ya

desposados

y

luego que sus esposas supieron aquella dete-r–

minacion de los que habian de se.r sus maridos, imitaron su ejem–

plo, y consagraron á Dios su virginidad. Al oir Agustín la

relacion de Ponticiano, lleno de turbacion se volvió hácia Ali–

pio atropelladamente, y exclamó: ¿Qué es esto que pasa por no–

sotros? ¿qué es lo que nos sucede? que es esto que has oido?

Levantánse de la tierra los indoctos

y

se apoderan del cielo;

y

nosotros oon todas nuestras doctrinas sin juicio, ni cordura.

nos estamos

re~olcando

en el cieno de la carne y sangre? ¿Por

ventura nos dá verguenza el seguirlos, porque ellos van de–

lante de nosotros? ¿y no tendremos vergúenza siquiera de no

seguirlos"? Desd-e luego Agustín renunció

á

sus placeres y se

convfrtió á Dios. Aquí tienes, mi Gerardo, trazada la con–

ducta que debes seguir.

Gerardo.-Yo

no pienso poder vivir en este mundo como

ciudadano; soy el extrangero del tiempo; la tiera es el des–

tierro solitario donde cumplo la mas fatal condena. No obs–

tante, la Providencia, nuestra solícita madre, que nos guarda

un lugar en la region celestial nos consuela con la dulce es–

peranza de otra vida mejor. Viviré en adelante cual cumple

á

un racional, y repetiré oon San Franoisoo de Sales: "Jamás

cosa contra Dios, nada sin Dios, nada sino Dios".

Eli,seo.-Mi

Gerardo, tus amigos te llamarán hombre de