-79-
XIII. 84.) Este nuevo ma.ndato regeneró el mundo entero,
a.·
bolió
la.
•esclavitud, restableció el matrimonio á su dignidad
primitiva, reconstituyó la familia sobre las ruinas de sus anti· ·
guas bases, rehabilitó la mujer en
su~
derechos de madre
y
es·
posa, extinguió en fin las preocupaciones y supersticiones espli·
cando el misterío de esta humanidad incomprensible. Aun ha
hecho mas: el evangelio, dándonos un mismo orígen, nos ha
colocado bajo una misma ley uniéndonos por unos mismos vín·
eulos que Roma gentílica y Grecia. pagana no ccmocieron, pues·
la humanidad vivía como oprimida y encerrada en el aislamien·
to de sus nacionalidades, ignorando este misterio de amor que
nos revela el evangelio.
Gerardo.-Confi.eso
que tan'luego como la celestial doctri·
na de
J.
C. comenzó á propagarse; la"caridad fu é el lema que
se leía en todas las producciones de los dicípulos del crucifica·
do,
y
su ejercicio la base
y
el fundamento de todas sus acciones
iniéntras nuestros filántropos no conocen amigos fuera de los del
partido; y cuando pueden, persiguen con furor á cuantos huyen
de las tenebrosas asociaciones.
Eliseo.-Si,
Gerardo, la caridad cristiana es la salvadora
del inundo. Donde quiera que el sol deja sentir su inflencia,
donde quiera que alienten seres racionales, allí se sufre, allí se
llora, allí se padece, allí vá la caridad cristiana, allí se presen·
tan sus ministros, allí, delante del poderoso, moviendo su co·
razonen pro de los miserables, ó junto al lecho del moribun·
do,ó cerca de la cuna del nacido, bosquéjase la figura de un hom·
br-e,
cuya existencia está consagrada al bien _de sus semejantes.
Su rostro apacible y sereno como su corazon, muestra las bue·
llas del insomnio, de la mortificacion
y
penitencia. Cuando en
las horas lentas del padecer apenas hay para el afligido mortal
un rayo de esperanza, aparece
á
sus ojos el sacerdote, ministro
de la caridad, de cuyos labios brotan palabras de resignacion y
de consuelo, le acompaña hasta los umbrales de la eternidad y
halla una nueva vida en el fondo del sepulcro.-Mañana vere·
mos la manera de vivir de nuestros tiempos.
Los amigos se despidieron. No se veia
á
nadie, no se oía
nada; solo el misterioso éco del Chili
y
el dulce murmurio de la
brisa., que gemia entre las pobladas ramas de los árboles.
VELADA DECIMA CUARTA.
En esta serena tarde de verano, Eliseo pasea su mirada
por el vasto firmamento, buscando torrentes de inspiracion,
ya.