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XIII. 84.) Este nuevo ma.ndato regeneró el mundo entero,

a.·

bolió

la.

•esclavitud, restableció el matrimonio á su dignidad

primitiva, reconstituyó la familia sobre las ruinas de sus anti· ·

guas bases, rehabilitó la mujer en

su~

derechos de madre

y

es·

posa, extinguió en fin las preocupaciones y supersticiones espli·

cando el misterío de esta humanidad incomprensible. Aun ha

hecho mas: el evangelio, dándonos un mismo orígen, nos ha

colocado bajo una misma ley uniéndonos por unos mismos vín·

eulos que Roma gentílica y Grecia. pagana no ccmocieron, pues·

la humanidad vivía como oprimida y encerrada en el aislamien·

to de sus nacionalidades, ignorando este misterio de amor que

nos revela el evangelio.

Gerardo.-Confi.eso

que tan'luego como la celestial doctri·

na de

J.

C. comenzó á propagarse; la"caridad fu é el lema que

se leía en todas las producciones de los dicípulos del crucifica·

do,

y

su ejercicio la base

y

el fundamento de todas sus acciones

iniéntras nuestros filántropos no conocen amigos fuera de los del

partido; y cuando pueden, persiguen con furor á cuantos huyen

de las tenebrosas asociaciones.

Eliseo.-Si,

Gerardo, la caridad cristiana es la salvadora

del inundo. Donde quiera que el sol deja sentir su inflencia,

donde quiera que alienten seres racionales, allí se sufre, allí se

llora, allí se padece, allí vá la caridad cristiana, allí se presen·

tan sus ministros, allí, delante del poderoso, moviendo su co·

razonen pro de los miserables, ó junto al lecho del moribun·

do,ó cerca de la cuna del nacido, bosquéjase la figura de un hom·

br-e,

cuya existencia está consagrada al bien _de sus semejantes.

Su rostro apacible y sereno como su corazon, muestra las bue·

llas del insomnio, de la mortificacion

y

penitencia. Cuando en

las horas lentas del padecer apenas hay para el afligido mortal

un rayo de esperanza, aparece

á

sus ojos el sacerdote, ministro

de la caridad, de cuyos labios brotan palabras de resignacion y

de consuelo, le acompaña hasta los umbrales de la eternidad y

halla una nueva vida en el fondo del sepulcro.-Mañana vere·

mos la manera de vivir de nuestros tiempos.

Los amigos se despidieron. No se veia

á

nadie, no se oía

nada; solo el misterioso éco del Chili

y

el dulce murmurio de la

brisa., que gemia entre las pobladas ramas de los árboles.

VELADA DECIMA CUARTA.

En esta serena tarde de verano, Eliseo pasea su mirada

por el vasto firmamento, buscando torrentes de inspiracion,

ya.