Previous Page  84 / 132 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 84 / 132 Next Page
Page Background

-80-

en los últimos reflejos del sol qne muere, ya en el incierto cur–

so de los dorados celajeB, que vagan por el aire,

ó

bien en el

disco plateado de la luna que nace. Dirigiéndose

á

Guillnmo

y

Gerardo, les dice: amigos, los goces que eotán al uk,wce de

todos, son sin duda los que brind<L la n uturalez:t. Mirad

its

nubecillas rosadas unas, otras blanuas, toclcts brilhtntes, üm

·suaves que el aire les dá forma.s,

y

el ligero soplo las guia. Mi–

rn.d estas h

ermosas

flores, que participan del suelo qu e le.s da

jugo,

y

del

benefi.co

influjo de los astros qne les dan fragancia,

como el hombre comunica con la tierra

y

con el cielo; ved e–

sos lejn.nos horizontes en que el espfrüu se espar:::e,

y

esos o–

tros de limitado espacio, en que se concentnt el alma; ved esais

aguas del Chili, ora corren alegres, ora duermen

tranquila~

siempre brillantes, como lo que es puro, siempre trasparentes

como lo que es sincero. Mas en la juventud., cuando se tiene

el alma llena de amor, el corazon enchido de esperanza, y la

mente llena de ensueños, uno se extasía ante el espectáculo

·tan encantador, que nos presenta el universo, uno se cree felizj

pero nuestra felicidad es siempre triste, porque le es adherente

el presentimiento de su instabilidad, y su sonrisa está mas

coreana del llanto qne de la risa.

Gerardo.-Mi

Don Eliseo, vos que ha.beis consumido vues–

tra vida entre el honroso polvo de lu.::i biuLot1 cas, convendreis

conmigo que nuestros primeros años son un retratohorrendo

de la miseria humana. Enfermedad, flaqu eza, estupidez, mo–

lestia y asco. Los siguientes años son un del liado de lo vi–

cios de los brutos, poseídos en alto grado, lujm ia, gula, in o–

bediencia; mas adelante un pozo de horrores inf. m ales, ambi–

cion, soberbia, envidia, codicia, venganza., traicid1 y maligni–

dad; pasando de ahí, ya

n0

se mira el homb.::e como hE-rma–

no de

los otros,

sino como un ente. supernumerl' io en el mun–

do.

¡

Felicida.cl

único móvil del corazon human.

!

Todos los

deseos que en vida se esperimentan, aunque Yario",

y

con har–

ta frecuencia estraviados, se dirigen todos

á

la fdicidacl: esto

busca el sábio como el nécio, el

Yirtuo~o

como el corrompido;

unos por camino verdadero, otros por errado; el n sorte natu–

ral es el mismo en todos: el deseo de ser feliz: emptro nuestrn

felicidad es un engañoso fantasma que se burla de nosotrnfl.

Eliseo.-Es

cierto como lo ha dicho un sabio sacerdote,

que nuestra vida principia entre fl.uqu ezas. camina c:1Jtre amar–

guras, y concluye entre achaques

y

doloreP . El

m1' 0

que ac1t–

ba de nacer, no abre sus ojos

á

la luz sino e n rqngnancia;

no se acomoda á los brazos que le reciben, ). parece que huye

de los que le acarician, como de unos enemigos que le engañan.