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ele ese sol que ya se va á poner, cuyo rayo prolongado hiere

unas veces los bosques sombrios, y otras, forma una tangente

de o:ro sobre el arco siempre móvil de los mares; ante esos ac–

cidentes ele luz que nos recuerdan cada mañana el milagro

ele la creacion, el justo disfruta de una paz deleitable, gustan

de unn, santa alegria que nada tiene de ruidosa ni de vana,

y que sin embargo es ma.s dulce y agradable que todos los

placeres de la tierra: el justo tiene una secreta é íntima con–

fianza ele llegar á la posesion del sumo Bien, experimenta gran

facilidad para volar por los caminos del cielo, saborea inde–

cibles dulzuras en su amoroso trato con Dios y conoce que,

la práctica ele la virtud es el noble destino d\?l hombre en este

munilo, Empero el hombTe débil y perecedero, cuya inteli–

gencia se anubla con mas facilidad que el cielo de los climas

polares, quiere emanciparse ele las leyes de Dios, desprecia

la virtud, cae en pecado, ee llena de inquietud y congoja, y

atroz remordimiento corroe su corazon, hasta hacerle fasti–

diar su mismo modo de vivir.-Dn. Eliseo, en cuyo sem–

blante se leía la satisfaccion

y

la felicidad, dirijia los ojos

hácia el camino, qne se hallaba á su izquierda, mirando

á

Gerardo

y

á Guillermo que se aproximaban.

Eliseo.-Amigos,

bajo esta bóveda flotante de apiñadas

hojas os aguardaba pensando en la maravillosa obra ele

la

creacion: el hombre es imágen de Dios, está en el mundo

para practicar la virtud y adquirir por este medio su per–

petua felicidad: ¿por ventura me preguntaba, Dios ha aban–

donado al hombre para que marche errante sobre la tierra?

¿acaso no le ha cfado un ayo que guíe sus pasos por el ca–

mino que conduce á la Gloria á que está

destinado? ¿le

ha dejado quizá sin un remedio específico para curar los

males ele su alma ocasionados por el pecado.?

Guillerm.o.-Dios

no ha abandonado á la mas noble cria–

tura de la tierra, ni

1n,

ha confiado al ciego acaso sino que,

enalteciendo á los ministros de la Religion, les clió

d

po–

der ele librar al hombre de los negros

y

profundos pesares

y

de la amarga inquietu<l que acarrea la culpa; nos dejó Ulla

saludable piscina en la cual si nos pmificamos como debe–

mos, quedaremos mas limpios quer aaman cuanclo salió de

las aguas del

J

ordan (Beg. V.); instituyó el tribunal de la

reconciliacion, que le\anta al hombre rendido al peso ele la

fragilidad, y guia, moraliza y vivifica á la humanidad entera.

Gerardo.-Amigos,

yo miro á la confesion sacramental

como un yugo humillante

e

intolerable.

Eli.seo.-hli

Gerardo, ¿no es por ventura la confcsion