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y

el hombre es nn.turalmente enemigo ele toda mortificacion

y

sacrificio.

Eliseo.-Ln.

mol"tificacion es necesaria é imprescindible: nos

mortificamos para sabe1·, nos mortificamos para ganar, nos mor–

tificarnos para subir

á

los honores, nos mortificamos para dar

gusto al mundo, que se burla de nosotros, nos mortificamos pa–

ra recobrar la salud, ¿porqué no hemos de mortificarnos para

mejorar nuestra vida y salvar nuestra alma? Una lucha ince–

sante y cruel, aunque sorda en la apariencia, existe entre los dos

elementos que constituyen el hombre, el cuerpo y el alma; el

cuerpo tiende

á

establecer su predominio sobre el alma, el alma

tiende á reevindicar para sí los derechos .de superioridad que le

corresponden sobre el cuerpo. Para conocer esta verdad basta

examinarse. Este dualismo de aspiraciones de nuestro ser, la

una hácia el bien y la otra hácia el mal, fué claramente conocido

de la antigúedad pagana,

y

filósofos y poetas lo han consignado

en sus escritos: para mantener en su debido equilibrio estos doo.

elementos discordes, para lograr que sea el alma la que de la ley

al cuerpo

y

no éste

á

su legítima señora; hay que ejercer sobre

aquel una presion constante, hay que tener encadenado

á

este

siervo rebelde

e

indómito que forcejea

y

se agita para hacer pre–

valecer á todo trance sus groseros instintos. Esto dicta la sana

razon. Este es el fundamento de la mortificacion cristiana fun–

damento eminentemente filosófico

y

muy conforme al sentido co–

mun. Los paganos creyeron que la mortificacion era de abso·

luta necesidad no solo para la vida espiritual sino aun para la

sola vida científica. El

abstiniút Venere et

vino

de Horacio nos

está diciendo que en rnte punto andaban mas ar.ordes con el es–

píritu del cristianismo algunos gentiles que muchos modernos

cristianos.

Gerardo.-Conozco

que en el hombre hay una guerr:;i. intes–

tina entre la razon y las pasiones, y veo que la concupiscencia

usa de Dios

y

goza del mundo, al paso que la virtud u¡ia del

mundo

y

goza de Dios. Bien elijo Lord Byxon hablando de sí

mismo (extracto de una de sus cartas . citadas en sus

11emorias

tom.

L

pág. 326.)

"Empiezo

á

advertir que en este mundo lo

{mito que hay bueno es la virtud. Estoy harto de vicios, cuyas

variedades he probado hasta lo sumo." Empero ¿cómo inspir3.·

rémos tales sentimientos

á

las masas que vegetan en las gran–

des ciudades?

Guillermo.-Por

medio de asociaciones de la templanza. E l

hermano :Mateo fundó en Irlandit en 1840una grande asociacion;

alista en los lugares por donde pasa, las personas que se le pre–

sentan,

y

que se hallan firmemente resueltas

á

vivir en la sobrie-