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y

viudos llenos de abominables enfermedades? ¿cuántas heren–

cias ilegítimas por los intrnsos en los matrimonios, con perjui–

cio de los legítimos herederos? ¿cuántos hijos ahandonac1os, sin

educacion, y sin conocer á los autores ele sus diais? ¿cuántas

pendencias entre competidores? ¿cuántos asesinatos por causa

de los celos? ¿cuántas injusticias por no refnmai· una vi1 pasion?

Ellos son odiosos en sus tareas, apestan con sus palabras, ma–

tan con sus costumbres, escandalizan- con sus gestos, descui–

dan las obligaciones del estado y del empleo., ahusiin de lo mas

venerable y augusto de la religion, hácense la: fábula del pueblo,

son el objett:i de la indignacion pública,

y

ofreeen mtiteria para

la irrision de los bufones......

Gerardo.-Amigo,

gritas mucho

y

vas

á

dispertar los niños

de la Quinta, que duermen el dulee sueño de la. inocencia.

Guillermo.-En

nuestros iufelicísimos dias en que apé–

nas se puede abrir los ojoE> sin ver un escándalo, ttpénas

se puede escuchar sin oir alguna indecencia, es fornos0.'

Xefan–

tar la voz para curar esa honencfa, esa inmensa pl'aga s_o-ciaI,

para destruir esta pasion depresiva, este azote destructor, este

horroroso cáncer que devora viva

la

invenfacl de uno

y

otro

sexo. ¿Y porqué guardar un tímido

y

eecrupuloso silencio

cuando se trata de arrancar de la c-onupcion una infinidad de

almas infelices á quienes el implacable enemigo cTel género hu-·

mano oprime con su tiránico imperio? ¿porqué- trepidar

Clian–

do se trata de descubrir el orígen de· tod'os los males? No

temo, por el interes de la huma1úcTad

y

de la: morar,

y

en par–

ticular por el interés de la salud ele los jóvenes mis amigos.

s'ondear la profundidad de tinieblas en quel el' demonio sacrífica.

sordamente tantas víctimas desgraciadas. Sin eml'ia.1··go, nas:

visto que no he dado tristes

y

deplorables deta:Hes d'& este vicio

sucio, ni he descubierto las maniobras satú::nicas, ni l'as prác–

ticas feticidas, ni los abominables artificios de mrestras Aspa–

sias modernas, pues se aproxima el dia en que sTifri1<í:n las ter–

ribles consecuencias de sus acciones, entónces será cuanéW. em–

pezarán nuevos dolores, cuyo sombrío

y

siniestL·o

~ua.dro,

me a–

vergonzaría de bosquejar.

Gerardo.-Os

agradezco las importantes lecciones que me

habeis dado, y los ejemplos que habeis referido, d'esearia que

mañana continuáseis lj.ablando de los vicios que aql1ejan

á

la.

sociedad moderna, pues si no los conocemos ¿cómo los evitaré–

mos?

Giiillermo.-Am!go,

partamos, pues parece que la tempes–

tad se disipa, aunque el viento muge con terrible empuje, loa

árboles sacuden las 11marillentas hojas, el cielo aun está cu-