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t\

uu Bardasano Ciro de Mesopotamia, cuya piedad

y

celo oran

un dia el consuelo

y

la edificacion de los fieles; mas pronto le·

yendo los libros de Valentiniano se pervirtió. Verás

á

un

A

vito

presbítero español; en vano San J erónimo le previno

y

forta–

leció de antemano contra los escritos de Orígenes; en vano to–

la

precaucian de no leerlos sino con la refutA.cion al lado:

acabó el infeliz por tragarse el veneno

y

perecer miserablemen–

te. Verás á un Bullinger, un di"a no ménos sabio que piadoso,

que se disponia á abrazar la austerísima regla de san Bruno;cae

un libro de Melancton en sus manos, héle aquí trocado al ins–

tante en apóstata, impío,

y

heresiarca. Verás á Juliano Halicar–

naso abrazando la herejía al leer los libros de Valentin. Ve–

i;ás á Luctuoso Enri.que varon púsimo,

y

religioso cartujo, pre–

varicó con la lectura de un libro de Melancton.

Y

¿quién igno–

ra los inmensos daños que hicieron, con sus libros los Priscilia–

nistas en España

y

Portugal, el Obispo Nepote defensor de los·

Kiliastas en casi todo el Oriente, Wiclef en Bohemia, Renan

en Francia,

y

tantos otros corifeos de la impiedA.d en Europa

y en todo el mundo?

¡Oh crímen horrendo!

¡Se dá al pueblo

para su pasto habitual

un veneno escrito!

¡Se extravia su razon

y

corrompe su alma eon el don sublime del talento! Con so–

brada razon decia La Harpe, hablando del poema escandaloso

de Voltaire intitulado la Doncella de Orleans:

"Un gobierno

cae en la mas extraña inconsecuencia cuando prohibe la venta

de los venenos,

y

autoriza ó permite que corran semejantes li–

bros."

Gerardo.-Estoy

convencido

y

confieso que las obras im–

pías é inmorales han puesto en combustion

á

la sociedad mo–

d(lrna, la Francia ha sentido por largo tiempo el influjo de la

escuela de Voltaire, como una de aquellas constelaciones malig- ·

nas que vienen

á

dPsenvolver los dañinos elementos de una

atmósfera preñada ne enfermedades

y

tormentas. He leido un

dictámen oficial de la comision de comercio ambulante de li–

bros al ministro del Interior (en Francia) hacía constar espre–

samente que "de nueve millones de libros vendidos al público de

las ciudades, aldeas, caseríos por medio de los espendedores

ambulantes, las ocho novenas partes de estos libros, es decir,

ocho millones, eran ántes de 1862,obras mas ó ménos inmora–

les."

¿Qué sucederá en el día? Quién neutralizará tantos ma·

les?

Eliseo.-Amigo,

sucede idénticamente en tiempos de con–

tagio moral lo que en tiempos del material, que la incuria ó la

omision de ciertas precauciones de poca importancia al parecer,

radican fuertemente el mal con sus íunestait consecuencias. Gon