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-43-

eonsternacion

y

el luto. Mi hija Resalía, que U. honraba con

eus bondades no existe!. .... .La lectura de los romances babia.

inflamado sus pasiones ...... Una fatal inclinacion que nadie po-

dia escusar..... Compadézcase U. del mas desgraciado de los pa·

dres. El desórden de mis sentidos me impide \}ar

á

U. mayo·

res detalles. Rabia. escrito una carta de despida

á

su madre,

á

sus hermanas,

y

á

mi, en que motiva la funesta resolucion

de darse la muerte, por los razonamientos de la

R eloisa;

el vo–

lumen se hallaba aun abierto en la cabecera de su cama, en la

carta en que el amante de Julia delibera si debe arrancarse la.

vida.

¡La cruel! ella ha sido aun mas culpable; porque este–

Sant-Preux

á

lo menos no dejaba un padre en la dese8'Peracion."

-Esas novelas son altamente inmorales y perniciosas al indi–

viduo, á la sociedad

y

á

la religion.

Juliano apóstata prohibió

á

sus mismos Pontífices semejante lectura; Roma

y

Lacede–

monia la prohibieron aun

á

los f.Ldoradores de la infame Ve·

nns; Diderot arrancó con indignacion de las manos de su hija

los libros que daba

á

luz para pervertir

á

la jm-entud.

Gerardo.-

No ignorais que la juventud de nuestros dfa.s.

está muy instruida é ilustrada,

y

no. se deja fácilmente enga–

ñar y seducir.

Eliseo.-Lo

que hay en nuestros días es mas apariencias

y

menos fondo, mas peligros

y

menos cautela; pues casi na–

die piensa en los grovísimos males que causa la lectura de esas.

novelas

y

ele esos periódicos cuyos redactores animados de un

espíritu de ódio contra la religion, ignorantes en materias ecle–

siásticas y completamente idiotas en las teológi<'as, ens11rtan en,

sus escritos toda clase de despropósitos, y explican eon ¡n:oter–

va impudencia errores groseros, propios para en-renenar la con–

ciencia de lectores incultos

y

sencillos.

Y

¿será posible que la;

refiexion corrija

y

distruya en ellos los absurdos, errores

é

im–

piedades que contienen dichas noYelas y periódicos, cuando e¡¡

costumbre

y

casi necesidad ele leerlos sin detencion

y

con in–

consulta rapidez? Para desenredar su artificio

y

lle tru.U: esa

trama inícua que urde la maldad

y

la ignorancia atrevida, se·

ría necesario que todo lector estuviese i11struido en }a divina e·

conomía ele la Iglesia y en los sublimes destinos que tiene seña- ,

lados por Dios; sería necesario que poseyese una clara y firme–

idea del derecho que la compete para ejercer su sa.nta

y

gran–

diosa mision, conociendo perfectamente sus relaciones con la

potestad terrena

y

soc,iedad civil; sería necesario, en fin, qne tu–

viese una ciencia profunda de la disciplina sagrada en la ampli–

tud vasta de sus aplicaciones,

y

se hubiese adiestrado ele ante–

mano en la palestra intelectual. Empero esto es de muy

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