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disparó una _pistola al corazon, y &nfmecido el pueblo lo asó

á

él en lugar de la que habia de serlo. Luego que estuvo asada

la condesa trajeron seis sacerdotes,

y

cortándole un pedazo de

carne, se los ofrecieron,mandándoles que comiesen. Ellos cerra–

ron los ojos y no respondieron palabra, lo que visto por los

verdugos, desnudaron y pusieron á asar, al mas anciano y el

pueblo decía entre tanto: quizá les será mas gustosa la carne

de un compañero que la de una condesa. Entonces los cinco

restantes se abrazaron y se arrojaron

á

la hoguera: acudieron

á

sacarlos para prolongar sus tormentos; pero ya los había so–

focado el humo y la llama. La negra humareda que despedia

la sangre de víctimas y sacrificadores cubría la atmósfera de

una obscuridad horrible: todo era horror, todo era vértigo, todo

maldad, crímen, aberracion. Estos son, Gerardo, los tristes re–

sultados de una enseñanza homicida y anticristiana que pre–

tendió desterrar á Dios de las naciones, y que por último tuvo

que apelar

á

Dios para vivir en sociedad.

Gera.rdo.-Para

honor de la Francia, seria de dseear qne

esos hechos pudieran sepultarse en el olvido.

Gnillernw.-No

hablo de solo la Francia, sino de toda la.

sociedad humana, ¿que vendrá á ser faltando este freno único

que puede hacer la felicidad de un país? Y

ln.

probidad en el

comercio, ¿qué será sin el fundamento de una educacion reli–

giosa mas que un caos de especulaciones injustas, de combina–

ciones que solo tienden á defraudar al prójimo de sus mas legí–

timos derechos? ¿qué será de la prosperidad de las naciones si

una educacion religiosa no ha grabado en las almas de sus go–

bernantes las lecciones de la sabiduría, del desinteres y del a–

mor que deben á sus :.;úbditos? L a experiencia responde por

mí, la historia lo patentiza en todas las edades; los sabios de to–

dos los tiempos lo atestiguan: sin una sólida y cristiana educa–

cion, en vano esperarán los pueblos la integridad en los minis–

tros, la justicia en los jueces y magistrados, la fidelidad en los

contratos, en una palabra, sin la educacion religiosa el sistema

social no puede existir , y por un movimiento irresistible debe

disolverse y desaparecer.

Eliseo.-Ea,

amigos, concluyamos nuestra velada, diciendo

con el inmortal Balmes, que los intereses de la civilizacion, la

existencia misma de la. sociedad, exigen que se publique en al–

ta voz para eterna confusiou de las doctrinas irreligiosas, exigen

que se

gr~be

por todas partes en caractéres indelebles la im–

portante ·verdad de que allí donde hay instruccion sin religion,

allí hay desarrollo de inteligencia sin moralidad, allí hay un

semillero de vicios y de_crímenes,

y

allí hay por consiguiente un