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es no solo en el órden de las acciones smo tambien en
la
re–
gion de las ideas, cuando no es inmoral precisamente el sabio
sino su sabiduría, eutónces ha so!laclo para la sociedad la hora
fatal de sus calamidctdes, entóncP,s se dislocan sus polos, se
rompe su eje, falta todo principio de regularidad
y
de órden,
se huude en el caos.
Gerardo.-Amigo,
parece que lJerteneces
á
otra época, tan
retrógradas son tus ideas, cuando en Roma mismo se han eri–
jido cátedras de ateismo,
y
se han cerrado las escuelas
y
las
instituciones que parecian la honra
y
gloria de Italia.
Giállermo.-Tu
ignoras cuan peligroso es dejar á la ra–
zon humana abandonada á sus propias fuerzas, no afianzán–
dola con el áncora de la autoridad, si no impulsándola sin di–
reccion fija, sin tino, proclamando un desarrollo sin regla, un
movimiento al acaso, una liber tad omnímoda.. El autor de la
obra cuyo título es
Edncacion práctica
dice: "A medida que
la instruccion se propaga, hemos reconocido que el número de
delitos contra las persomts
y
las propiedades, de atentados con–
tra las costumbres, de uniones ilegítimas, de expósitos, de alie–
naciones mentales, de suicidios, aumenta en proporcion, no so–
lo con la extension, sino tamhien con el mayor gxado de ins–
truccion". Es
µi.uycierto, como ha dicho el Sr. de la Sacra,
que la sola inst
ruccion sin estar unida
á
la educaeion moral
y
i·eligiosa, no ofrece, contra la inmoralidad, el remecli.o que ha
querido suponérsele; la instrucoion superior, no estando unida
á
un grado correspondiente de edncacion moral y religiosa, ne>
procura
á
los individuos los bienes intelectuales que tiende
á
promover,
y
que llega
á
ser nociva
á
las clases inferiores que
solo toman de ella medios de perjudicar, al paso que
la
misma.
excitacion mental producida por tales estudios, los saca de su
esfera social
y
perturba el órden físico
y
moral de los
pueblos.
La instruccion primaria es necesaria á toilas las clases
pa.rasu
existencia
y
AU
adelanto, pero la educacion es la única
capazde
mejorar su moralidad
y
de cli.rigirlas por la senda de la virtud.
La instruccion superior es conveniente
á
las sociedMles, pero de–
be ser privativa de los_individuos que pueden ser útiles con ella,
y solo en el número correspondiente á las necesidades ele las
naciones. El mal de la instruccion, dice hlr. IIIoreau Chri to–
phe, procede del modo como se proporciona,
y
no de ella mis–
ma. El modo actual víci<Lla semilla en su gérmen,
y
hace pro–
ducir al suelo frutos inutiles
y
peligrosos. En nue-stras escue–
las, toda. la enseñanza se sacrifica al agrado del cuerpo, de la
memoria
y
del talento; nada se reserva para las virtudes del
corazon.
Puede salirse sabio de hales _institutos, pero segura-