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el qne pudiera escoger todos los bienes,
y
no pudiera elegir mal
ulgu110; el hombre será mas libre y mas perfecto alejándose de
la poi-:ibilidad de cometer el mal, libertándose de la inclinacion
a.I vicio,
y
avasallando sus pasiones. El mal solo constituye
esclavus, elegirlo es caer del bien, es convertirse en sierrn de
uu tirano.
"Si
permaneceis fieles á mi palabra, dice Jesucisto,
conoceréis la verdad
y
la verdad os hará libres......En verC:ad
os digo, que todo aquel que peca es esclavo del pecado. Si, pues,
el Hijo de Dios os liberta del pecado, seréis verdaderamente li–
bres."
(S. Juan 8.·34.) De aquí
el
gran nombre de
Liberta–
<iur,
dado
á
Jesucristo, por ser su Evangelio gérmen fecundo de
la libertad moral, orígen de todas las demás libertades.
Gerardo.-Bien
sabeis, que el libflralismo, es hijo de la re–
volucion,
y
la revolucion ha roto las cadenas de la esclavitud,
dando libertad á los pueblos.
Eliseo.-La
revolucion ha tomado naturalmente su partido
decidido contra los padres
y
en favor de los hijos, contra. las
autoriclades
y
en favor de la independencia, contra los deberes
y
en favor de los derechos, contra la verdadera libertad
y
en
favor del libertinaje licencioso, contra el sacramento del ma–
trimonio y en favor del contrato llamado civil, contra la natu–
ral indisolubilidad del matrimonio y en favor del divorcio, con–
tra la religion
y
en favor de la impiedad, contra la sociedad di–
solviendo
á
la
familia, contrariando de este modo el curso de la
naturaleza. La revolucion enemiga de toda autoridad esclavi–
za al hombre, é independizándolo de lo que le hace libre, lo ha–
ce siervo de la anarquía, del despotismo, de la tiranía, pues la
legítima autoridad léjos de ser rival de la libertan es su patro–
cinadora. Los demagogos se creen libres porque son tiranos,
como esas aves de rapiña, que despues de perder la libertad,
sirven para arrevatársela
á
otras. Los demagogos han circuns–
crito la libertad del bien, que es el
camino de
la verdadera
liberti.1.d, de la verdedera civilizacion, del verdadero perfecciona–
miento,
y
han ensanchado la libertad del mal, que es su preci–
picio, su ruina,
y
su destruccion.
Gerardo.-¿Pues,
amisu, en qué haceis consistir la liber–
tad?
Eliseo.-En
hacer lo que se quiere, haciendo lo que se
debe, como ha dicho Nicolás. Lo que se debe es en el fondo
lo que se quiere.
adie quiere libremente el mal. El bien es el
fin de nuestra natm·aleza, la libertad es el desarrollo de un ser
hácia su fin, el bien es el objeto de la voluntad humana,
y
por
consiguiente de su libertad.
Los que obran mal son como es–
clavos de sus pasiones.
¿Quién quitará todo obstáculo para la