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- 29-

res las almas de los magnates

y

de

los

pueblos para. sum·

rj~i·los

en el sepulcro. Empero ¿quién podrá aescríbir el terror q:ue se

apodera de su espíxitu, cuando en medio de un sueúo

l'>~noso

y

agitado por mil espantosas imágenes viene á herir derepente

sus debiles, irritados y pavorosos sentidos el

~ormidtubio

rn

1

gíd1)

del trueno de sus venganzas? Parécele que él

so~O'

é:n

totlo

el-.

universo ha excitado aquel trastorno de la natttt·a]ez.a,

y

~ne

el'

supremo Juez, dirije

á

él solo la vista de aquella tempestad.

aotl

que conmueve los cielos, la tien·a

y

los roares. Cada relámpft–

go que se desprende de las nubes · para iluminar lo interior de

su estancia, donde procura adormecer sus

temor·es~

penetra has–

ta lo íntimo de su corazon, dejando en él señales de

mu~rte:

suspira entónces profundamente, confiesa su debilidad

y

r~cQ,

no ~e

su pequeñez.

El hombre siempre es dependiente

y

libre; es dependiente

porque no es principio y fin de sí mismo, es libre, pues su mis–

ma libertad se hall a. escrita en su dependencia: porque es res–

ponsable

y

no puede librarse de la suprema autoridad que es

su principio, sino para caer bajo la eterna justicia, que es su fin.

Gera.rdo.-El

hombre ha nacido para ser libre, y su felici–

dad está en su independencia.

Eliseo.-Amigo,

la primera y última condicion del hombre

es el ser súbdito. Podremos independizarnos de este ó aquel

gobierno, pero siempre dependerémos de uno ú otro . Muchos de–

magogos hacen consistir la libertad moderna en la destruccion,

ó

por lo ménos en la disminucion de la autoridad degenerando

luego en liceuciosidad; la libertad moderna siempre en actitud

de insurreccion, siempre luchando entre el esclavo y el dueño,

entre el vasallo y el señor, hasta que llega un día de rompi·

miento

y

de anarquía, siguiéndose necesariamente un dia de

arbitrariedad,

ele tiranía

y

de barbarie, destruyéndose recípro–

ca.mente la autoridad

y

la libertad, impidiendo de este modo la

perfecta resta.uracion de la sociedad.

Giúllermo.-A

esto podemos añadir, que habiendo muchos

gobiernos ahandonado la religion,

habiendo menospreciado

los actos de reli.gioRidad,

tales autoridades no se recomiendan

ya por ningun principio superior

á

sus subditos, suprimiendo

á

Dios, que eli el único que puede dar validez al mandato y hon–

mr ht obediencia, la autoridad pierde su prestigio

y

se destruye

!Í .

í miRma.

Si la religiou no acompaña

á

la libertad, esta

fá cilmente se confunde con la licencia

á

consecuencia de haber

confnudido la liberta d con In independencia. En e. te doble

error . e in . piran

h

libertad ele pensar , esto es de disparn.taJ:.

La lilh·rtad

lh·

coutiC'ncia, o to e

de snbversion; la libC'rtacl de