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res las almas de los magnates
y
de
los
pueblos para. sum·
rj~i·los
en el sepulcro. Empero ¿quién podrá aescríbir el terror q:ue se
apodera de su espíxitu, cuando en medio de un sueúo
l'>~noso
y
agitado por mil espantosas imágenes viene á herir derepente
sus debiles, irritados y pavorosos sentidos el
~ormidtubio
rn
1
gíd1)
del trueno de sus venganzas? Parécele que él
so~O'
é:n
totlo
el-.
universo ha excitado aquel trastorno de la natttt·a]ez.a,
y
~ne
el'
supremo Juez, dirije
á
él solo la vista de aquella tempestad.
aotl
que conmueve los cielos, la tien·a
y
los roares. Cada relámpft–
go que se desprende de las nubes · para iluminar lo interior de
su estancia, donde procura adormecer sus
temor·es~
penetra has–
ta lo íntimo de su corazon, dejando en él señales de
mu~rte:
suspira entónces profundamente, confiesa su debilidad
y
r~cQ,
no ~e
su pequeñez.
El hombre siempre es dependiente
y
libre; es dependiente
porque no es principio y fin de sí mismo, es libre, pues su mis–
ma libertad se hall a. escrita en su dependencia: porque es res–
ponsable
y
no puede librarse de la suprema autoridad que es
su principio, sino para caer bajo la eterna justicia, que es su fin.
Gera.rdo.-El
hombre ha nacido para ser libre, y su felici–
dad está en su independencia.
Eliseo.-Amigo,
la primera y última condicion del hombre
es el ser súbdito. Podremos independizarnos de este ó aquel
gobierno, pero siempre dependerémos de uno ú otro . Muchos de–
magogos hacen consistir la libertad moderna en la destruccion,
ó
por lo ménos en la disminucion de la autoridad degenerando
luego en liceuciosidad; la libertad moderna siempre en actitud
de insurreccion, siempre luchando entre el esclavo y el dueño,
entre el vasallo y el señor, hasta que llega un día de rompi·
miento
y
de anarquía, siguiéndose necesariamente un dia de
arbitrariedad,
ele tiranía
y
de barbarie, destruyéndose recípro–
ca.mente la autoridad
y
la libertad, impidiendo de este modo la
perfecta resta.uracion de la sociedad.
Giúllermo.-A
esto podemos añadir, que habiendo muchos
gobiernos ahandonado la religion,
habiendo menospreciado
los actos de reli.gioRidad,
tales autoridades no se recomiendan
ya por ningun principio superior
á
sus subditos, suprimiendo
á
Dios, que eli el único que puede dar validez al mandato y hon–
mr ht obediencia, la autoridad pierde su prestigio
y
se destruye
!Í .
í miRma.
Si la religiou no acompaña
á
la libertad, esta
fá cilmente se confunde con la licencia
á
consecuencia de haber
confnudido la liberta d con In independencia. En e. te doble
error . e in . piran
h
libertad ele pensar , esto es de disparn.taJ:.
La lilh·rtad
lh·
coutiC'ncia, o to e
de snbversion; la libC'rtacl de