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}uz <lel soL 3a,. Si los obispos t¡.¡viéran inmediatamente de·
Dios su autoridad, la tendrian todos igual, lo que es falso;
p ues un obisp0 tiene un p ueblo,
y
otro muchos: tampoco el
fapa podria mudarla ó qui tarla, como lo ha hecho muchas
veces. 4•a. Si por derecho di vino tienen los obispos su j uris–
d iccion, muestren la pola bra divina en que ella esté funda–
da. 5a. Cuando el Papa crea obispos, d ice asi: " proveemos·
á
tal Iglesia de tal persona, encargiindole su administra-
ciou en las cosa s temporales
y
es pirit uales.''
'
1·1·. (
:ontestacion .
D eci1: que la autoridad de loo obispos "" de riva del Pa–
pa, porque como supremo mona rca es la fuente de toda
autoridad, es proclamar el gobier no absó luto, despues de
hacer moná rquico el de la Iglesia; lo que hemos desacred i–
tado en las d isertaciones anteriores.
Las metáfo1·as empleadas por San Cil)riano,
y
de <jue ha–
ce mé rito Belarmino, son traidas como mal recurso; pues
ademas de convertir en pr uebas las comparaciones, son ale–
gadas fue ra del in tento de aquel Santo Pad re. Se propon ía,
S an Cip riano demostrar la un idad de la Iglesia
y
d el epis–
copad o,
y
asi decia: "el e pi scopado es uno,
y
cad a Obispo
participa de él solidariamente. Tambien la I glesia es una,
estendiénd ose por e l incremento de su fecundidad;
y
asi
como muchos rayos del sol no son mas que una luz, muchos
ramos tienen uria
mi~ma
fu erza apoyad os en la raiz;
y
d e
una sola fuente nacen mu chos arroyos; de ig ua l ma nera hai
unidad de oríj en en esa muched umbrc .por todas partes di–
fundida."
Pro~igue
el Santo es pl ayando estas )dea,, con
el ú nico fi n de manifesta r, que' fuera de la Iglesia nadie tie–
n e derecho
á
las promesas. D igan nuestr os leGtores, si la
idea dominante de San Cipriano se parece
á
)a de Belarmi–
no: prescindimos de la imp ropiedarl que not.arán los fisicos·
'en las aplicaciones del Cardenal.
A l pri ncipio de la di<ertacion dij imoscon S.J eró nimo, que
todos los obispos, fuesen de Roma ó de Regio, tenia11 igual
mé rito
y
sacerdocio, sin que las rig uezas
ó
la pobreza ensal–
zasen
á
unos,
y
abatiesen
á
otros. Asi tambien el poder d e
un monarca es el mismo d entro del círcu lo de sus atribu–
ciones, cualquier a que sea
1a
g randeza
ó
pequeñez
ele!
terr.i ·