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fu ueron d elegados

y

e.7:traordinarios,

que no tien('n s uce–

•sion."

Repetidas veces hemos dicho, que las distin ciones no so n

pruebas. No hai duda que hai mision ordi naria

y

mision

extraordinar ia; pero ¿cómo probarán los curialistas, que la

mision de San Pedro fué ordinaria,

y

la de los demas após–

to les extraordinaria? Para manifestar de nuestra parte los

inconvenientes que resultan de semejante arbitrariedad ,

supongamos, a unque por un momento, que sea fun da da di–

cha distincion; pero como ella explica únicamen te el

modo

de tener Pedro

y

los d emas apóstoles su autoridad; como

estos

y

aq uell a tenían en la misma medida,

y

en la 'misma

plenitud;

y

como las palabras

onlina·rio

y

ext·raorclina·rio

no aumentan ni rebajan esa autoridad; se sigue rigorosa–

men te, que la cl istincion de Belarmino

y

d emas de la Curia,

no es razon suHciente para explicar el P rimado de San Pe–

dro,

y

por consiguiente, ni el de sus sucesores.

Basta recordar las palabras con que Jesucristo dió mi–

sion

á

sus apóstoles, para burlar8e de la dis tincion invoca–

da, con e l fin de explicar la primacía d e Pedro-

id

á

todo el munclo-zJ>·edicad á toda c1'iatu·ra

~·c.

Grandes fa–

cultades se habían menester para r educir el mundo

á

la

doct•·ina cristiana; por donde los curialistas mismos no han

¡1odido dej ar de reconocer plenitud de autoridad en

todos

los apóstoles. Pero en este cúmulo de facultades, unas

eran pmamente personales, como el don d e lenguas,

y

d e

escribir li bros sagrados, que llevaban la condicion de tran–

sitorias;

y

otras eran en todo tiempo indispensa bles,

y

por

consiguiente, perpetuas hasta la consumacion, como la d e

predicar el evangelio,

y

de practicar en e l pueblo cristiano

cuanto fuere necesario

á

su enseñanza,

y

á

la conservacion

t!el ministerio. Si esto pues debía permanecer, .pertenecía

al réjimen

ordina1·io

y

de sucesion, tanto en San Pedro co–

mo en los demas apóstoles. Y si no hai razon, para llamar

extraordinarias estas facultades, ó hacerla s desaparecer con

los apóstoles, tampoco la hai para limita r su estcn ion, ó es–

trechar el campo donde ellas habían de desempeñarse:

¿decid sino, cuá l será vuestra razon?