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su penitencia,

y

confortarlos yara que no desesperasen.

Ademas,

y

es ob,servacion de señor Bossuet, si á Pedro

y sus s ucesores se les impuso la obligacion d e confirmar

á

s us hermanos, no por eso hai d erecho de infe rir, que sie;n–

pre cumplirían con esta obligacion. La historia justifica el

pensamiento de este g rand e obispo. "Comiendo

y

trata ndo

Pedi"O cnn los jentiles en A ntioquía, dice el sagrado texto,

empezó á)·ecatarse y separarse por temor de los circuncisos

quf' habían venido de parte de Santiago: conducta que imita–

ron los demas judíos, y aun Bernabé fué inducido por ellos

á usar de la misma simulacion. Lo que sabido por San Pa–

blo,

y

que no andaban derechamente conforme

á

la verdad

del evangelio, dijo

á

Cefas en presencia d e tod os: si tú con

ser judío, ,-ives como los jentiles,

y

no como los judíos, ¿có–

mo

fuerza~

á los j entiles

á

judaizar? No fué Pedro sino Pa–

blo, quien confirmó esta vez

á

los hermanos: Pedro los iba

extraviando. ¿Dónde está el privilejio a nexo á la palabra.

c01¡jinna·r?

Digan c uanto gusten los d e la Curia,

y

prue–

ben por otros textos, si pueden hacerlo, la infalibilidad

Pon tificia; pero no den valor al

co11Jinna fi·att·es tuos,

cuyo

sentido curialistico está desmentido por la historia, a un

cuando no hubiera otras pruebas.

Permitamos ahora

á

los cua rialistas, que las citadas pala–

bras tuviesen su sentido curial; constando de otros textos

evangélicos, que Jesucristq oró por todos los apóstoles pa–

I'a que fuesen santifi cados en la verdad, lo que segun San

Crisóstomo,

se

entien de de la doctrina; que les prometió

estar con ellos hast<t la consumacion; que el Espíritu Santo

les enseñaría toda verdad; no cabe dud<t en que los efectos

de la oracion de Jesucristo eran comunes

á

tod9s los após–

toles, y no solo

á

Pedro; de ·suerte que aunque este y sus

sucesores hubieran recibido· la infalibili-dad, no la tendrían

independ ientemente d e los demas apóstoles

y

sucesoras de

estos, sino que tocaba

á

todos juntos declarar

y.

enseñar la

verdad, verificándose entónces la sentencia de San Agus–

tin-"lo que se halla establecido por la Iglesia uni.versal,.

debe preferirse

á

la autoridad de un Obispo ó de un Con–

ci.lio particular. "