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que los negocios
lermiuasen
en los lugares <lontle empeza–
ron"-qucecu.mque 11egot1a in suis /neis, uhi
orln
suul, fin–
niPnda.
34.
¿El Romano P ontifice es ÍJ?falib!e en s11s rli;jinirio11es
dog máticas?
H ablamos d el R. Pontífice como cabeza d e la Iglesia,
c uando enseña a lgo
á
los fi e les en materia rle d ogma, des–
pues de haber procurado las luces convenientes, pronun–
ciand o
ex cathed•·a.
Hai cond iciones que cada escuela exi–
je para que esta palabra tenga sentid o; pero si n teme ridad
puede d ecir e, que alg unas de ellas fu eron inventadas en
presencia d e los hechos que p•·ueban la falibilidad. D e
nuestra parte consideramos al Romano Pontífice en medio
de su sínodo, como lo estuvo e n muchos sig los,
y
con él de–
finía ,
ó
pronuncia ba
ex cat!tedt·a:
la sostitucion d e cong re–
g aciones
y
consistorios nos abre,·ia el camino, lej os d e per–
judicar
á
nuestro propósito.
35. p, inze¡· argumento de la Cm·ia
a
faror de fa infalibi–
lidad.
J esucristo ha establecido
á
San Pedro por fu ndamento
d e la Iglesia,
y
d ádole la firmeza
y
estabi lidad de la pi edra;
la solidez de un edificio nace de
la
firmeza d e su funda–
mPnto
y
no al contra rio.
J .
C. no distingue la I g lesia de la
piedra sobre que
~stá
fundada,
ó
110 la separa d e u funda–
me nto, sino que de la union íntima con este d epende la fir–
meza d e aquella. P edro subsis te inde pe ndientemen te de la
I glesia,
y
tiene tan absolu ta
y
o•·iginaria estabi lidad en la
fé,
que se conservaría firme, aun cuan d o por un imposible
falta e el r esto d e la Ig lesia.
;)6.
Contcsl flcion.
En la
di~e rtacion
anterior hemoo acreditado, sobre
r espetables documentos, que
J.
C. dirijió
á
todo la p re–
g unta
á
que contestó S. Petlro; que este r espondió por to–
Jos; que el poder concedido
á
S. Pedro. bajo de ciertas mc–
tflfor:'ls. f11 é· concedid o a todos lo a pó toles;
e¡
u~
las mctáfo-