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X

.

los

Übisp<M

y

los

p'apas, la mulestia-, en au

1~1ayor· pnrtc,. no·ha~Ía<

del proceder del Príncipe, fuera de los caso.s notoriamente violen–

tos

ó

,de

persecucion,

sino de la naturaleza m,isma. del aux ilio in–

vqcado, de'la suspirada y agradecidJ. proteccion. Al cohtrariot el

J' r,cdomínio que llegó

a

adquirir la potestad eclesi-ástica sobre

fa·

política, fué úna empresa resistida, humillante

y

pertcnbadora.

,¿Qué eran los .reyes en presencia de las

naciones,

si el P3pa tenia

derecho de destronarlos? Y, ¿cuál sería la seguridad de los Esta–

'dos, si el Papa podia absolver

á

los súbditos d'el j uramento de fí tleli–

dad al Príncipe,

y

dar

á.

otro·su reino?, Abunda la

H-istoria

en Seme–

jantes

a~entado~,

qne por monstruosos

é

intolerables; quizá Se resis–

.tirá

á

creerlos la posteridad. "Contradecidles, decia Gregario

VU,–

..Y

si nada corrseguls, los sUbditos

amer-w.za

(los de excomunion les- .

negarán la obediencia, si qui-eren ser cristianos;

y

si esto no

bas~

'tase, haré1Íl os con la ayuda de Dios, cuanto podamos,. para quitar–

les

el.

R eino." P ontífice que tal dij o,

y

que depuso

a

tin Empera–

_dor, fué una autorida.d tempestuosa, que hi zo odioso el Evangelio,

desacreditó

J.as

lecciones

y

ejernplos de J esucristo;

é

imitó la con–

ducta

de

los conquistadores,

que

a

espada

y

fuego irlvadieron·

y

deso,Iaron aj'enos Estados. Al principio no fué' así; sino que liu–

lnildes los Pontífices,

y

peregrinos sobre la tÍe)-ra, se contentaban

con-el permiso del transito, sin' pensar en que sus sucesores pro–

cederían de otro modo,

y

harían frente al César.

.

Y

no obstante, procedimiento tan injusto

y

revolucionario,

y

.anti-cristiano, que por inaudito espantó

á

su

siglo, y aun

á

los

adictos al Pontífi'ce, ha servido de modefo

a

la imitacion, para que

~se r~pitieran desp~ues

otrOs escú'rida\os, que espantára.n de nuevo

.a

las Naciones,

y

humillaran

á

sus Príncipes. i\\1'onstruosidad de

~poder,

que ha hecho todo lo posible para desfigUI'at' la obra ile

Jesucristo,

y

que apareciera como tlominacion p rofima! ¿Quién ha

podido tener derecho· de conducirse así? ¿Quién,

á

vista de la cruz ,

.se atreve erijir trono, para colocar un Sobérano, ceñido de

tripl~

.coroha, rodeado de pomposos p!lrpurados,

y

teniendo Monarcas

á

su pié?

¡Y

este Sober.ano es vicario de J esucristo

y

sucesor de San

l'<!,dro!

.

_

e" IVIas los que alza-ron ese trono, no pararon ahí. El que prOcla·

.

nHl. un

principio,

por

falso y

absurdo que sea,

y

l~gr~

introducirlo

~n

las mentes .de los hombres, no;tiene

qu~

afanarse,

~inq aguarda~

tlas oportunidades, para hncer su aplicacion,

y

aUelanta.r

la~s cpils~e­

cuenc~as

..

"P~rque

el esj)Íritu es superior

á

~a"cárne,

lo e.s

~1 s~Cer­

docio al imperio." L uego los eclesiásticos

iw

e·stan.sujetós

{t

l~s

le–

yes

civiles, sinq porque el P apa quiere que estén, sujetos.: Jüego se

,halfan escntos (¡e ia jurisdiccion ae lós magistrados seculares; lueg?·

llls leyes no obligan

á

los sübclito» cristinnos, cuando se hall'an en•