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.
los
Übisp<M
y
los
p'apas, la mulestia-, en au
1~1ayor· pnrtc,. no·ha~Ía<
del proceder del Príncipe, fuera de los caso.s notoriamente violen–
tos
ó
,de
persecucion,
sino de la naturaleza m,isma. del aux ilio in–
vqcado, de'la suspirada y agradecidJ. proteccion. Al cohtrariot el
J' r,cdomínio que llegó
a
adquirir la potestad eclesi-ástica sobre
fa·
política, fué úna empresa resistida, humillante
y
pertcnbadora.
,¿Qué eran los .reyes en presencia de las
naciones,
si el P3pa tenia
derecho de destronarlos? Y, ¿cuál sería la seguridad de los Esta–
'dos, si el Papa podia absolver
á
los súbditos d'el j uramento de fí tleli–
dad al Príncipe,
y
dar
á.
otro·su reino?, Abunda la
H-istoria
en Seme–
jantes
a~entado~,
qne por monstruosos
é
intolerables; quizá Se resis–
.tirá
á
creerlos la posteridad. "Contradecidles, decia Gregario
VU,–
..Y
si nada corrseguls, los sUbditos
amer-w.za(los de excomunion les- .
negarán la obediencia, si qui-eren ser cristianos;
y
si esto no
bas~
'tase, haré1Íl os con la ayuda de Dios, cuanto podamos,. para quitar–
les
el.
R eino." P ontífice que tal dij o,
y
que depuso
a
tin Empera–
_dor, fué una autorida.d tempestuosa, que hi zo odioso el Evangelio,
desacreditó
J.aslecciones
y
ejernplos de J esucristo;
é
imitó la con–
ducta
de
los conquistadores,
que
a
espada
y
fuego irlvadieron·
y
deso,Iaron aj'enos Estados. Al principio no fué' así; sino que liu–
lnildes los Pontífices,
y
peregrinos sobre la tÍe)-ra, se contentaban
con-el permiso del transito, sin' pensar en que sus sucesores pro–
cederían de otro modo,
y
harían frente al César.
.
Y
no obstante, procedimiento tan injusto
y
revolucionario,
y
.anti-cristiano, que por inaudito espantó
á
su
siglo, y aun
á
los
adictos al Pontífi'ce, ha servido de modefo
a
la imitacion, para que
~se r~pitieran desp~ues
otrOs escú'rida\os, que espantára.n de nuevo
.a
las Naciones,
y
humillaran
á
sus Príncipes. i\\1'onstruosidad de
~poder,
que ha hecho todo lo posible para desfigUI'at' la obra ile
Jesucristo,
y
que apareciera como tlominacion p rofima! ¿Quién ha
podido tener derecho· de conducirse así? ¿Quién,
á
vista de la cruz ,
.se atreve erijir trono, para colocar un Sobérano, ceñido de
tripl~
.coroha, rodeado de pomposos p!lrpurados,
y
teniendo Monarcas
á
su pié?
¡Y
este Sober.ano es vicario de J esucristo
y
sucesor de San
l'<!,dro!
.
_
e" IVIas los que alza-ron ese trono, no pararon ahí. El que prOcla·
.
nHl. un
principio,
por
falso y
absurdo que sea,
y
l~gr~
introducirlo
~n
las mentes .de los hombres, no;tiene
qu~
afanarse,
~inq aguarda~
tlas oportunidades, para hncer su aplicacion,
y
aUelanta.r
la~s cpils~e
cuenc~as
..
"P~rque
el esj)Íritu es superior
á
~a"cárne,
lo e.s
~1 s~Cer
docio al imperio." L uego los eclesiásticos
iw
e·stan.sujetós
{t
l~s
le–
yes
civiles, sinq porque el P apa quiere que estén, sujetos.: Jüego se
,halfan escntos (¡e ia jurisdiccion ae lós magistrados seculares; lueg?·
llls leyes no obligan
á
los sübclito» cristinnos, cuando se hall'an en•