XV
ciéga, abot•rece de muerte el pensam iento : que entol'pece
y
desa–
crédita la ciencia, cuando llama fatídico el progreso: que reproban–
do las leyes que engrandecen
y
hacen prospet·ar
á
las naciorieS,
pllgna su existencia con la existencia decorosa de las soc'ietlades hu–
'rnanas: que aprobando,
y
santificando
ia
persecucion,
á
causa (le
la diferencia de culto>, proteje
la
inmoralidad,
y
la eleva
il
princi–
pio;
y
que es impía, cuando todo esto enseñ3.
y
practica á nombre
d e la justicia.
'i'ambien es preciso decirle, que' ella ménos que otro alguno
cree en sti sinceridad: que tiene redactadas fórmulas de buena
fé,
.Y aun de piedad : que nada le im¡1otta, que las gentes p ensadoras
la.
desprec~en,
sino que algunas de ellas le rindan homenaje, aunqJe
sea mentido,
y
se le presten
dóci les
para
servirle
tn s u
propó~ito:
que ella no cuida mucho del convencimiento, pues le bastan las es –
terioridades,
y
son las únicas que ha menester, porque en ellas
consiste su provecho. Por eso tantas prEceptos, tantos Uogmas;
dog:~
mas que no se creen,
p receptos
que no se cumplen;
y
no
pm:- esa
comun frajilidad, que no deja de resp etar las reg las que quebranta,
sino en mofa,
y
por un
deGcal~O
impudentísimo, que forma
J~ábitos
de hipocresía, el mas corruptor de los malos sistemas.
En verdad, la Curia no sufre dañ<1 de que otros oigan, que lo
que manda no es racional , lo que proh ibe no es injusto,-
y
lo . que
condena. es bueno
y
laudable; pues al fin manda, prohibe,
y
condc–
'na, es dec ir, ej erce autoridad, que es todo el
anhelo
de su
cora~
zon.
Someted un punto
á
sn exá.men,
y
si cuando emplea
las
pala –
bras
t~erdad,
.,eligion, vátud,
teneis cuidado
de
penetrai· su espíritu ,.
no
tardaréis
mud1o
en conocer, que todas tienen un ptopio sentido
en las intenciones de la Curia; que se t:nira á sí misma, Así sola en
todos partes,
y
averigua si hai algo de pe1judicial
ó
fiwo'raLle
á
sus
intereses,
y
puede de algun
modo
rnantenerlos
y
justificarlo-s. P ara
esto quiere autoridad; la justicia no le importa, sino en el caso de
proporcionarle emolumento. ¿i\1entimos? ¿Calumniamos? Nosotros
nos remitimos
á
los documentos;
y
si hubié ramos de pr!3sentar uno
solemne, cnviariamos
á
la
Cur ia al pié del G ólgata, pará desafi arla
á
~u
e hiciera una comparacion ........ pero la Curia
no
cree en
J:!su~
cr1ste.
<"
Digiimoslo en alta vo7.: la C uria no cree en J esucristo,
no
es
cristiana. Su conducta
y
sus máx imas llevan camino aparte del
E vangelio,
y
su propio descréllito la vá matando. ¡Triste ocüpacion
la
de
la
Curia R omana! ¡Triste
y
funesto destino el que postrera–
mente le ha cabido en los fastos de la humanidad! Alucinar
á
los
·sencil los,
engañarlos,
medrar á costa de ellos,
y
hacer
alian:r.icon
los déspotas, que no creen en ella,
Volvamos
á
decirlo; la Curia se va matando co11
su propio