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es el Evangelio, arma de luz. D ecid
á.
los obís.
pos: "venid, adoremos junto.s al Señor; postrémonos en su presen–
cia,
y
Ilorémos ante el autor de nuestra dignidad. Sí;
~1
nos ha cons–
tituido,
y
n<?
no~otros
a
nosotros mismos"-:---ip se
f ecil nos,
t.t
non
ip·
si nos.
DeciJ
á
los gobiernos: "os devuelvo vuestras temporalida–
des. H abíamos visto las cosas, como en
vertlad
no eran: tomad
vuestros derechos civiles
-y
las inmuniLlades, que largo tiempo re–
tuv imos los pastores por
equivo~acion.
Ejemplo os doi: ta.mpoco
vosotros os mezclé is en los negocios eclesiásticos;
y
hagamos feliz
al género hurnano por los medios que Dios ha puesto en las Nacio–
·nes
y
en la Igle,;ia." H ablad así, Santo Padre, .
y
habréis salvado
el
catolicismo.
¡Buen Pio! Sed Ped·ro, nada mas que P e,h·o;
y
veréis ent?rno
vuestro
á
to las las gentes. ¿O m-iraré is con enojo, con inJignacion,
proposiciones tan
cristianas~
¿Las condenaréis?
Venid entónces, V
os
Reina. del mun lo; venid
á
reparar los da–
ños que
otros
cau.>aron,
y
{\.
co!lsuma1· vue6tra obra.
..-roJo
vuestro
po1er
se
ncce:!ita,
ri.
fin de cambiar la fa7. Ue la tierra., por medio de
)'"'
i,lea nueva.; ella pondr"á en fuga la
antigua,
que ha dominado al
hombre
p~ra
degradarle. A la sombra de la buena doct1·ina hubo
una pala bra que ,[aba órdene3
y
em obedecida;
y
esta palabra man–
da todav ía,
é
interrumpe \a metlitacion del fi lósofo,
y
d ice al hom–
bre,
á
quien
D io3
le di ó vista,
q .te
no
vea, que no piense,
y
que
re~
nuncie su
dignidad.
P alabn"\ mas poderosa
se
necesita ahora; pa–
labra capaz de hocer sali r la viJa ,[el sepulcro,
y
de crear
luz,
que
fu erce
a
mirar,
y
despierte,
y
ponga
en
acciotl
el
pensamiento,
p:1ra
crear
el
po~·venir.
R eina del mundo, subid al seno de D ios,
y
volved Cn
·uleci.lacon el reflej o ele nn rayo de
la
divina inte–
lijencia. Vo
lve,l, hija de
la verda
!,
Verbo de Dios,
y
anunciad
y
repetid la buana nueva, para ilu-;trar otra vez ñl mundo,
y
salvar–
lo. &dvadlo de los errores, que envilecen
y
r\egradan al hombre,
porque desfi6uran la obra de D ios. Salvacllo de los crímenes, q ue
lo envilecen
y
deg radan mes que los errores. Salva,llo de la discor–
dia, q ue separa a\ hombre del hombre; de la intolerancia que no los
d~jn
conocerse
y
amarse;
y
decid en alta voz, que el cristianismo
ennoblece al l1ombre
y
le ensalza, hasta ponerle a\guh dia C"-Xca
de Dios. Y vuestra palabra traerá el reino de la verdad,
y
la 'S>Ír·
tud sobre la tierra, para la union,
y
la paz
y
la dicha del
JENI!:al)
TÍrM,\:s'O.