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VIÜ

clro

á

los demas apóstoles, nada q' fuera de momento se hacia cil la'

"asta cstension de la Iglesia, sin notieia del P apa, sin órden del Pa–

¡\a; cómo si los ob ispos tambicn no fueran pastores,

y

cómo siellos·

tambien no tuvieran celo por sus

r·glesias,

y

por el nombre de Jesu–

cristo, que los puso en ellas para gobernadas. Los obispos juraban

entónces,

y

juran todavía, "ser fi eles

á

su Señor el Papa;·no revelar

en daño suyo· el c·onsejo que les hubiera confi'ado; conservar, de–

fender, aumentar

y

promover los· d'ercchos, honóres, privilegios

y

autoridad de su Señor el P<tpa, y si algo supiesen que se intentaba

tJor quienesquiera, ponerl o en noticia del Papa cuanto antes lo pu–

diesen; observar con todas· sus fuerzas,

y

hacer que otros observen

las disposiciohes, reservas, provisiones,

y

mandatos apostólicos;

y

visitar cada tres años al Papa, y darle cuenta del estado de sus Igle- .

sias, recibiendo humildemente sus órdenes, y practicándolas con

suma diligencia." Así se obligaba

á

los obispos, y con juramento,

ú

desconocer su propia dignidad;

á

humillarse los sucesores de los·

Apótoles ante el sucesor del Apóstol P edro; y así se ostentaba

á

la

faz de la iglesia la muestra mas espresiva del gobierno absoluto.

Pero el corazon humano no se detiene en sus propósitos, sino

que adelanta siempre,

ya

sea de arlquísicion en adq uisicion, ó de

precipicio en precipicio. No habia que desear dentro de

la

Iglesia;

porque su poder se hallaba en unas manos, y

á

satisfaccion,

y

en ple–

nitud;

y

era preciso salir al E stado,

ó

á los reinos profanos, que pre–

sentaban un nuevo teatro, donde

á

merced de la opinion, porlian

verificarse provechosas incursiones. Aun en este punto no se des ...

. cuido Isidoro: pues quien dió autoridad

á

los antiguos P ontífices,

para arrancar

y

hacer inmune al clero de la jurisdi ccion civi l, les

dió capacidad de intervenir en los negocios seculares con potestad;

dejando

á

otros

fieles piadosos,

que desenvolviemn y adelantáran

Sll

pensamiento,

y

encarecieran la supremacía de la Iglesia,

y

tlc su

J efe el P apa sobre todas las categorías mundanales. "Quien pue–

de lo espiritual, puede lo temporal"-"el Papa puede atar y desatar

todo en la tierrO,"-"si puede juzgar á los ángeles, mucho mas

á

los

hombres," con otros

argumentos,~

ahora tristes

y

ridículos, pero que

siglos atras fueron armas terribles, con que Jos Papas espantaron

á

lo!: pueblos, para abrirse paso

á

las cosas del siglo. Así aumentaba

s~

poder la Curia, bajo la protcccion de la impostura,

y

de los fal–

sos raciocinios,

y

de la. ignorancia,

y

del error; abusando del candor

y

buena fé de los sencillos, que todo lo creian, porql\e al fin logró

hablar ella por la boca de los Papas. Sí: hablaron los Papas;

y

el

Obispo de los Obispos apareció tambien como Rei de los Reyes.

Cada siglo trabaja para el siguiente, despues de haber recoj i–

do el fruto del

~erior.

Y luego acontecimientos nuevos se enlazan

con los

an~iguos,

para rlaborar el próximo cslabon del pon'erúr,