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- 3:.>6-

J\'a de ::lan Pedro nos ha dicho-lo

que ligai es en la tie1'ra ,

serclligado·en el Cielo,

denunciamos

á

este Principe como

privad o por Dios de tcd n honor y dign id ac!, y Nos tambicn•

le privamos." Bonifacio

VIII

fund aba la definicion de su

fa mosa bula

u11wn

srmctam,

en <'jue " las d os espadas perte–

necían

á

la Ig lesia;

e 11

que la potestad

temporal debia es-·

tar sometida

á

la es piritua l; en que el Papa, segun-el

va~

, ticinio d e Jeremías, fuera establecido so bre las naciones."

En todas estas razones, ni de lej os se trasluce el

derecho

pú–

blico.

l Q.

Verdadero ori.jen de ese poder ele los

Papas.

Recuerd en nuestros lectores las impost ura s que fi·aguó

Isidoro en el siglo

8.

0

y descubrirán a hí la fuente que he–

mos indicad o. E l objeto prin cipal

fué

desde luego, ensalzar

las preroga tivas del R . Pontífice sobre todos

los obispos,

como si se hubiera propuesto crear una divinidad sobre la,

tierra. :Mas por lo mi smo d e q ue el R omano Pontífice era:

reputado por divinid ad en la Iglesia, quedaba sob repuesto,

con mas razon que

á

los Obispos,

á

los simples legos, aun"

que fueran monarcas; y el tiempo iria deduciendo ·conse–

cuencias, y haciendo aplicacion. De su parte l s'idoro hizo

a:lguna cosa particular, pal'a no d ejarlo todo

á

los curialistas

de despues; porque impu tó d ecretales

á

pontífices, que exi–

mieran á los eclesiásticos de

la j urisdiccion secular; por

donde era facil conocer, que lo haóa n con su propia virtud, ·

sin que fue e menester la a utoridud ele los Reyes, cuyo po–

der meng uaban sobreponiendosc.

P or eso, en el siglo sig uiente a pa t·ecicron y¡> Pontífices,

que te nían conciencia de su poder sobre los r eyes, á quie–

nes tl'ataban como

á

súbditos,

y

los reprendían.

El Papa

N icolas

T

decia a si

los obispos de la Ga liay de la Germa–

nia-"congregaos en l\1etz con nuestt·os enviados; citad al

rei Lotario, y juzgadle." En otra ocasion

•·eprcndia

á

los

reyes Luis y Carl os, pot·que no enviab&n

á

sus obis pos al

S ínodo; y como Lotario tenia deseos de ir

á

Roma, el Papa

decia-

"se lo hemos prohibido repetidas veces, y se,·era–

mente." Ma s de una vez hemos hecho memoria de las pa–

labras fuertes

y

sen tid as, con q ue Carl os el calvo

tuvo que

reconveni r al P apa Adriano

l,T

por el esti lo qn e empleaba

en s11s carta s.