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- Q75-

mas. ¡Y el Sr. Walter encon traba inocente á Isid oro! Y tu-

• vo valor para escribir la s palabras siguientes!-"hai mali–

cia, ó grosera ignorancia en decir, que las falsas decretales

enunciáran y promovié ran la ejecucion de alguna idéa

nueva .,

2Q. Donde no t!egrwon las f alsas decretales, no hubo cam–

bio en la discip lina.

En prueba de que las fal sas d ecre tales cambiaron la d is–

ciplina eclesias tica en el Occidente, notemos que en la Igle –

sia oriental, donde ellas no lograron penetrar, no acaeció ese

cambio. Nosotros hablamos, para prevenií: un argumento,

de los tiemp os en q ue esta formaba una misma Iglesia con

la occid ental. En esos tiempos no observaban los orientales

las prácticas de la nueva d isciplina, pues los latinos mismos

no las observaban. E n las disputas con los g riegos, desde

JJeon IX y iYiiguel Cerulario, n o se les reconvino, .porque

tuviesen Concilio sin licencia del Papa, ni sobre otros pun–

tos;

y

solo Gregario VII y sus sucesores ban citado á Roma

obispos griegos, aunq ue sin ig norar, que ellos no habrían

obedecido. Los que nieguen el mé'rito de estas palabras ,

que no son nuestras, desmientan la historia.

Q3. Astucia de I sidoro.

Consistió principalmen te la fun esta h abi lidad de I sidoro,

en h acer que se creyera, que la d isciplina suya no era n ue–

va, sino que venia d esde los primeros sigl os, y estab a do–

cumentad a en los escritos d e antiguos

y

san tos Pontífices.

Consistió tamb ien en que aprovechó ltt oportunidad para

inventar, y _en h aber alagado

á

los obispos. G ran torpeza

ha bría sido en él, tomarse el trabajo d e componer unas de–

cretales, q ue hub ieran irritado

á

todos sino á los P apas.

Quien tuvo cuidado de entremezclar d ocumentos jenuinos

con apócrifo s, para que no se ad virtiese la superchería,

y

de

asociar p ensami en tos humildes y cris tianos

á

los que p udie–

ran indicar arrogancia y dominacion, fué d ueño de la astu–

tucia necesaria para lisonj ear

á

los obispos en provecho del •

Papa. Y al co locar se Isidor o, al lado d e los obispos opri–

mid os, pretendía

~aber

¡n as, y tener mayor celo que los an-