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frecuentemente de esta funcion, como propia de los Conci–
lios provinciales, á causa de que ellos mejor que ninguno,
podían hacerse cargo de las necesidades que pedían nuevos
obispados; y nunca se pensó en ocurrir al Papa, como ob–
serva el docto Tomasin-ín
liis R . Pontijicis mella mentio.
Despues vinieron
lasfalsas dec•·etales
ele S. Clemente, Ana–
cleto, Lucio y Aniceto, que Graciano conservó en su
De–
creto.
Greg01·io VII copiaba palabra por palabra la decretal
de Anacleto, á ¡nopósito de la primacía de la sil la episcopal
de Leon. Luego á
lasfalsas decretales
es debido e·] dere–
cho pontificio de erijir Obispados.
.
4·.
0
Institucion de Obispos.
Largamenue hemos hablado
del derecho que por trece sig los ejercieron los metropolita–
nos en esta materia,
y
de las causas
y
motivos por dond e fu é
encaminandose á la silla apostólica la
institucion de los
obispos. El impostor mismo tuvo que respetar la cos tumbre;
pero tambíen dejaba decretales, en que esp resaba con una
misma palabra la ereccion de las sedes,
y
la provision ó ins–
titucion de los pastores. Ademas, en un a decretal ele CG]ix–
to I tuvo cuidado de decir, que "la iglesia romana era ma–
dre de todas las ig lesias;"
y
sobre estas palabra,,
y
otras de
Clemente
y
Anacleto , compu so desp ue
el P a pa Nicolas
li
la sentencia siguiente-"la iglesia romana ha mstituido los
patriarcados, las sillas episcopales, y toda clase de d ignida–
des eclesiásticas." Cleme nte VI ad elantó el discurso,
y
dijo
así-"al Romano Pontífice pertenece
la plena disposicion
d e todas las ig lesias, oficios
y
beneficios eclesiásticos." Lue–
go á
lasfalsas decretales
fu é debid a la creencia, de que al
Papa le corresponde por derecho suyo la institucion de lo&
obispos.
5.
0
Traslacion de los Obispos.
Tambien hemos hablado
de es ta fun cion, que por muchos sig los ej ercieron los Conci–
lios provinciales,
á
cuyo juicio se dejaba la estimaeion de la
cáusa que pudiera justific ar las traslaciones, sin que apare–
ciese el nombre del R. Pontífice,
á
no ser que a lguna razon
particular pidiese su intervencion. I sidoro respetó igual–
mente este d erecho de los Concilios provinciales; pero dejó
sentado el fundamento, sobre qu e había de levantarse des–
pues el derech o esc lusivo del R omano Pontífice, á saber, el
vinculo.
La Cmia supo estimar la palabra de I sidoro,
y
las
comparaciones que hizo, hasta adelantar el discurso,
y
decir