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que, segun ella, ha confesado que "dichas tlecr.etales no in–
trodujeron un nuevo derec ho;
pul'~
que
todas
ellas son es–
traídas de los Santos Padres, de j enuinas constituciones de
Pontífices posteriores
ú
Siricio, d e los cánones de los conci–
lios, y de la s leyes romanas; y que por tanto, no contienen
otra disciplina, que la que des<le tiempo atras es taba vijente.
Usanza es de la Curia aventura r aserciones que le salen
en cara. Han visto ya nuestros lectores, que aunque Isido–
ro hubie.e compuesto un a parte de sus epísto las de docu–
mentos auté nticos, los adulteraba, pa ra traerlos
á
su inten–
to; ó cambiaba el oríjen de dond e procedieron, atr ibuyend o
a los Papas lo dispuesto por los Empe1·adores; y que en
gran parte todo fu é superch ería
_e
invento propio. Por
ejem ~
plo; ¡de qué Papa, ó
~anto
Padre,
ó
Concilio tomó Isidoro
la decretal de Julio, segun la cual, no podian celebrarse con–
cilios sin permiso del P apa? Y ¡ele dónde la muchedumb1·e
de eso tras, en que se reserva al Papa eljuicio de los obispos?
¿Y aquella en que,
á
propósito de este juicio, se citaba al
profeta I saias?
Blondel no ha hecho ni podido hacer la
confesion
qne, se
le imputa, pues lo habrían desmentido los escritos
eLe
Isido–
ro. Considerando el docto canonista Gibert el argumento
que levantan los curialistas sobre el testimonie;> de Blonclel,
observa, que "para ser fundado, debería antes probarse,
que los Pontífices
á
quienes el impostor hace hablar con las
]Jalabrns de los Santos Padres Agustín y Jerónimo, del
Papa San Leon, y de los Emperado!·es Teodosio y Justi–
niano, tu vieron la misma autoridad, de que se pretende, usa–
ron sus sucesores en los tiempos de San Agustín, San Je–
rónimo, San Leon, Teodosio y Justiniano; mie ntras que
Blondel sostenía, que los Pontífices de los siglos V y VI
no tuvieron la auto1·idad que el impostor atribuía
ii
los Pon-
tífi ces de los cuatro primeros sig los."
_
Exijimos otra vez de la CLll'ia, que muestre esos testimo–
nios de los siglos intermedios, donde se hablase ni mas ni
menos ele lo que Isidoro hiciera hablar
á
los antig uos Pon–
tífices. Y pues jamas lo conseguirán, y
á
cada pa so encon–
tt·a rán la historia para desmemirlos; y desde que se propa–
garon las fa lsas dec.retales, se introdujeron otras prácticas;
en verdad las falsas dec1·etales han cambiado la discip lin a
de
la
Iglesia.