-17-
costumbres mis p a dres. N o es honra mia la que hace per–
der la de mis hermanos. ]\'fi honor es el ele la I,glesia uni–
versal, y el sólido vigor de los obispos; y entó nces estar_é
verdad eramente honrado, cuando
á
ellos no se les niegue el
honor debido. Dejemos las palabras gue lisonj ean la va ni- ,
d a d, y vulneran la caridad."
Habrán conocido nuestros lectores el espíritu que eles–
c ubren estos testimonie>s; pues con tal objeto los hemos re–
ferido y multiplicado; para que sin entra r todavía en pro–
lij •s discusiones, vean por sí solos en esta muchedumbre
de sucesos, si ellos suponian la existencia de un monarca
e n la Iglesia de Jesucristo.
19.
Economia de la administracion en las I glesias.
Consta de los libros sagrados, que desde el tiempo de los'
apóstoles hubo obispos, presbíteros
y
diáconos. U na Igle–
sia destinada á durar perpetuamente, debia conservar en
c ada un a de s us porciones', así como á los obispos, á los
demas funcionarios ele su gerarquía, que con los otros mi–
nis tros que posteriormente aparecieron, rodeaban· al obispo
constituido en su ciudad. Esta l'e union de p resbíteros
y
diáconos componía-n el senado del obispo; con el cual teniil.
la administracion ele la Iglesia en lo espiritual y temporal:
reunion que en otros tiempos se llamaba
p,·esbite•·ió,
y que
d espues ha ten ido semejanza en los cabildos. Y pues el cle–
ro ó presbiterio administraba la Iglesia con el Obispo, por
mu erte ó ausencia de éste la seguia administrando: lo que
era práctica corriente d e tollas las Iglesias, incluyendo la de
Roma. Entre las ep1sto!as de San C ipriano se e ncuentran
las que escribió á los presbíteros y diáconos de Roma en
sede vacante por muerte d el
P~pa
Fabian, y las respuestas
ele ellos.
!20.
Los Ca-rclenales
e1·an
comunes en todas las Iglesias.
_La palabra
Canlenales,
que ahora es tan sonada
y
pomposa, era un nombre comun e n todas las Iglesias. Ob–
serva n los erúJitos, que este nombre servia para uenotar al
Obispo, ó presbítero, ó diácono
titular
de una I glesia, y su
3
'