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-29!-

por esto solo no seria

sustancial.

Segun esto, lo <]Ue !mi ilc

esencial

é

invariable en el réj imen eclesiástico, es la

insti–

tncio n de J esucri sto.

Y ¿cuál ha sid o en el réj imen eclesiástico la institucion

de J esucristo? Jes ucristo ha puesto obispos en su Iglesia,

para que la gohel'nasen hasta e l fin del mundo,

y

á

uno de

e llos le hizo primado entre todos, para que se consen·ase

la unidad . ¿Hai ahora obispos en la Iglesia,

y

entre ellos

uno, cuyo primado reconocen todos? S i: permanece pues

y

se conserva la institucion d e Jesucristo. N o hai el uda, ele

que en los primeros sig los, los obispos se hallaba n mas cer–

ca de l primado,

y

que este ejercía menos func iones que ah o–

ra,

y

los obispos mas; pero esta diferencia, mui nota ble por

cierto, no d es truye la primitiva institucion: pues si asi no

fuera, ¿c uiil de las dos cosas quiso Jesucristo, la de los pri–

meros siglos, ó d e los posteriores? Cualquiera que sea la

respuesta, per judica a l intento de la Curia.

Respete la C uria Romana la obra del D ios-h ombre,

y

no

la confund a con la de los Papas

y

demas pastores,

y

mucho

menos con la q ue levantaron los doctores curiales. Confun–

d ir una con otra, seria llamar divino lo humano, Y. trastrocar

la instituci on de J esucrisLo. N osot•·os hablarnos únic¡¡men–

te del hecho,

y

no de las causas que introduj eron ·la varia–

cien,

y

de que ahora prescindimos . Y

'i los enemigos de

la iglesia preten diesen man ifestar, que muchas de esas cau–

sas fueron vitupera bles,

y

decluj ersn de abi consecuencias

anticatólicas, les responderiamos, que la obra de los hom–

bres, aunque sean pastores, no puede pervertir, y menos

ech ar ·á tierra las instituciones del D ios- hombre; asi como

en los sig los de simonía, libertinaje

y

corrupcion no dejó de

ser pura

y

sa nta la esposa del Cordero;

y

como, sin embar–

go de los varios

.r

á veces prolongados cismas que aflijieron

á

la Ig lesia, fué siempre

y

será

una.

Los de

la

C uria no ad–

vierten, que su conducta los lleva

~"i

componer una

Iglesia

j1Uratnente

humana. ,

~?7.

]~a

fglesia puede Teglm· el !ljercicio de ta au.toridarl

en tos 7Jastores.

Pero si Jesucristo no lo hi7.o ni disp uso totlo, claro está

que quiso rkjarlo al celo <le los ¡¡,pósto lcs

y

sus

S >~cesores,