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por esto solo no seria
sustancial.
Segun esto, lo <]Ue !mi ilc
esencial
é
invariable en el réj imen eclesiástico, es la
insti–
tncio n de J esucri sto.
Y ¿cuál ha sid o en el réj imen eclesiástico la institucion
de J esucristo? Jes ucristo ha puesto obispos en su Iglesia,
para que la gohel'nasen hasta e l fin del mundo,
y
á
uno de
e llos le hizo primado entre todos, para que se consen·ase
la unidad . ¿Hai ahora obispos en la Iglesia,
y
entre ellos
uno, cuyo primado reconocen todos? S i: permanece pues
y
se conserva la institucion d e Jesucristo. N o hai el uda, ele
que en los primeros sig los, los obispos se hallaba n mas cer–
ca de l primado,
y
que este ejercía menos func iones que ah o–
ra,
y
los obispos mas; pero esta diferencia, mui nota ble por
cierto, no d es truye la primitiva institucion: pues si asi no
fuera, ¿c uiil de las dos cosas quiso Jesucristo, la de los pri–
meros siglos, ó d e los posteriores? Cualquiera que sea la
respuesta, per judica a l intento de la Curia.
Respete la C uria Romana la obra del D ios-h ombre,
y
no
la confund a con la de los Papas
y
demas pastores,
y
mucho
menos con la q ue levantaron los doctores curiales. Confun–
d ir una con otra, seria llamar divino lo humano, Y. trastrocar
la instituci on de J esucrisLo. N osot•·os hablarnos únic¡¡men–
te del hecho,
y
no de las causas que introduj eron ·la varia–
cien,
y
de que ahora prescindimos . Y
'i los enemigos de
la iglesia preten diesen man ifestar, que muchas de esas cau–
sas fueron vitupera bles,
y
decluj ersn de abi consecuencias
anticatólicas, les responderiamos, que la obra de los hom–
bres, aunque sean pastores, no puede pervertir, y menos
ech ar ·á tierra las instituciones del D ios- hombre; asi como
en los sig los de simonía, libertinaje
y
corrupcion no dejó de
ser pura
y
sa nta la esposa del Cordero;
y
como, sin embar–
go de los varios
.r
á veces prolongados cismas que aflijieron
á
la Ig lesia, fué siempre
y
será
una.
Los de
la
C uria no ad–
vierten, que su conducta los lleva
~"i
componer una
Iglesia
j1Uratnente
humana. ,
~?7.
]~a
fglesia puede Teglm· el !ljercicio de ta au.toridarl
en tos 7Jastores.
Pero si Jesucristo no lo hi7.o ni disp uso totlo, claro está
que quiso rkjarlo al celo <le los ¡¡,pósto lcs
y
sus
S >~cesores,