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ria, Como .Jesucristo fundó su I g lcEia para que permanecie,
se hasta el fin de los siglos, claro es, que cuanto elijo
á
su s
apóstoles, lo dijo igua lmente
á
sus sucesores. C laro es tam–
bien, que aunque no lo dispuso todo por sí mismo, sino que
ch•jó muchas cosas al juicio y dis posicion de los que consti–
t uía en su I glesia, para que la gobernasen, debían estos res–
-petar la in stitucion y disposiciones de quie nes los estab le–
ciera; por ej emplo, que Pedro y sus suceso res
tuviesen el
primado, que é l !es atribuía, ó que los otros apóstoles ca–
reciesen de lasfaeultad es, que é l rnismo les babia concedido.
Po r· consiguiente, pod emos mirar como un principio esta
p roposicion-
" lo que fu6 S. Ped ro res pecto de sus coapós–
to les, son los sucesores de S. Pedro respecto de los suceso–
r es de los dema s apostoles."
14.
Cm¡finnase
lo rlic!to con f{jemplos.
Aunque los apóstoles tuvieron cuidado de no entremeter–
se en el trabajo de sus hermanos, nos advierten los exposi–
tores, que no por eso negaban su cooperacion y ministerio,
cua ndo fuera menester, en aquellos lu gares, en q ue otros
hubiesen predicado el evangelio: S. Pablo dijo, .que é l es-
'
tendia "su solicitud á todas i'!s Iglesias." Ademas, parece
mui natura l, que cuando los apóstoles estab lecían obispos,
no por eso deja-ban de tener autoridad sobre las ciudades y
p rovin cias, como lo dice el angélico Doctor; y que debemos
pensar de los demas apóstoles lo que de S . Juan, que g o–
bernaba desde Efeso todas las lglesias de Asia.
Los obispos que sucedieron próx imamente
á
los apósto–
les, tuvieron una conducta semejante, como lo asegura o>l
historiador Eusebio, quien nos hace saber, que "di rijiéndo–
se ellos
á
las remotas r ej iones, ponían a llí los fundamentos
de la fé, constituían pastores, y pasaban des pues
á
practi–
car lo mismo en otras jentes.'' S . G regario Nacia nceno re–
fiere de S . Atanasia, que "acreditaba su celo en todas par–
tes, inst:rnyendo
ii
unos, a trayendo
á
; otros, y escribiendo
epístolas p ara restablecer la doctrina de la
fé."
S. Eusebio
deSamosata se hal laba desterrado por e l Empera<lor, y vien–
do que muchas Iglesias carecían de pasto r·es, se di sfr azó en
hábito mili tar, y reconió la Si ria, la Fen icia y la Palestina,
donde 0rdenó p resbíteros
y
diáconos. Haciendo S. Juan