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ahora nuestros lectores, y llamamos su atencion,
c ómo sin embargo de las muestras
repetida.~
por donde
constaba la preeminencia de Ped ro ,
y
de ser conocida por
los mismos apóstoles, "se suscitó contienda entre estos, sobre
quien de ellos seria
reput~do
el mayor," segun se refiere en
el cap.
:1!:1!
de S . Lucas. No negaba n por cierto la singulari–
dad de Ped ro, sino que disputaban esotro poder, que te–
nían los reyes de las naciones, y del cual los alejaba Jesu–
cristo diciéndoles: " no ha beis de ser así vosotros: ántes
bien el mayor de entre vosotros pórtese como el me.nor, y
d que tiene la precedencia como el sirviente." Había pues
mayoría y preced encia entre los apóstoles; pero segun
la
leccion del Salvador, podían y debían ellos desconocer no
al superi01·, sino al monarca.
11.
Explicaciones rleli,·ttntes de la Curia Romana.
Hagamos nuevo contraste de los textos sagrados
y
las
sentencias de los Padres con las explicaciones de la Curia.
D ice ella por medio de sus escritores, que aunque todos
los apóstoles reconocieron por D ios
á
Jesucristo y recibie–
ron .las llaves, éstas e n la mano de Pedro incluían la virtud
propia del Señor de la casa; que los apóstoles tenían un
concepto té nue y confuso de la Divinid ad de J esucristo,
á
d iferencia de P edro, que clara
y
di~tintamente
lo reconocía
por hijo de Dios: que Jesucristo conced ió
á
los demas a pós–
toles a utoridad únicamente para el fuero penitencial, y no
para el jurisdiccional, como ii Pedro: que el gobierno de la
Iglesia es mónárquico, porque sie ndo · el mejor; no puede
negarse que fué pi·eferido por Jes ucristo ;_y
q.uequienes sos–
tengan que el gobierno de la Iglesia no es monárquico, de–
fienden una proposicion subversiva del órden gerárquico,
l1erética y cismática, y mas que herética
y
mas
e¡'
cismá tica .
A ñaden que como en el gobierno mon árquico toda la auto–
ridad se hall á en uno, y de este se d e1·iva á los demas,
lo'
mismo sucede .en la Iglesia: que la república c!·istiana se
gobierna por la voluntad é imperio de uno solo, aunque
Jesucristo quiso mezclarle un poco de aristocriicia: que el
S upremo Pastor de la Iglesia puede tomar lejítimamente el
11ombre de Rei, y abroga r el de1·echo eclesiástico en todo ó
' en parte: que Jesucristo no instituyó en la Iglesia otra au-