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-237-

Jenuamente, que "la cuestion no puede resolverse mej or ,

que por la costumb1·e d e la. Iglesia,

y

¡Jor aquellos concilio>,

que á juicio

de todos,

h an sido genera les.

28.

La I glesia

éS

lutesperl y peregrina sohre la tierra.

.

Lt Jg lesia es la casa de D ios, la ciud ad de Dios, el rei–

no de los cielos, el reino de Dios, fue1·a de otros títulos con

que es caracterizada la sociedad que Jesucristo estableció

sobre la tierra, de paso

á

la inmortalidad.

Sí; de paso á

la inmortalidad .

P orque lleno e>tá el Evangelio

y

otros

lihros del N uevo T es tamen to, de lecciones

y

ej emplos acer–

ca del d esapego de las cosas terrenas, para no ocuparse si–

no en e l amor á la j usticia

y

su ob servancia rigorosa, la–

brando aqui el c.ristiano la corona de merecimiento, que se–

rá d e g loria en la vida futura.

Puede d ecirse, que este es

el pensamiento dominante de la religio n cristiana,

y

que se

halla de mil modos espresado, para que entiendan los sim–

ples fi eles

y

los pastores, que todos son hu esped es

y

pere –

grinos.

Y sin embargo, los de la Curia se enoj a n

y

aun se ofen–

den, de que se ll &me

á

la Iglesia huesped

y

peregrina. Con·

testémosles con las pal abras de Sa n Agustin-

"si no estais

aquí sin o de trán sito, huespedes sois; no os hagais ilusion:

huespedes sois, aunque no lo querais"-si

transiturus est,

hospes e.<t. Non sefallat, lwspes est: velit, nolit, hospes est.

:29.

Sentido de ta anterior proposicion.

No es decir, que el ser cristiano haya de convertirse en

título d e absoluta "renuncia de los negocios civiles; pues si

Dios hace nacer hombres en las sociedades civiles,

y

quiere

qúe

e~tos

se conserven

y

prosperen, no ha prohibido cier·

tarnente el empleo de los medios necesarios para ll egar

á

esos objetos, ó que los cristianos se abstengan de los nego·

cios de la sociedad, por ser cristianos: Jesucristo no ha po·

did o ni querido destruir la obra de su Padre. Estas mismas

socieda-des se consideran tambien de paso, porque Dios a sí

lo ha querido; pero el caracter propio de la Iglesia consiste,

en q ue se ocupa toda entera,

y

corno de oficio, en la pere–

_g rinaacion,

y

en exhor tar

á

la prác ti ca de todos los deberes,