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por
ella misma, ó quiere que para que la Iglesia no
y
erre,
y
sea columna de la verdad, es preciso que el Papa no pueda
errar, ó sea infalible. Para conocer lo exajerado de la pre–
tension, basta reco1·dar, que ningun católico duda de la in–
falibilidad de la Iglesia, y muchos dudan de la infalibilidad
del Papa, y otros la niegan, sin •er herejes ni cismaticos. Si
donde está el Papa está la Iglesia, sirve la máxima para ma –
nifestar la unidad de la Iglesia; mas no para demostrar la
infalibilidad del Papa; y procediendo con lójica, habría ne–
cesidad de pi"Obar, que la Iglesia no podría ser una sin que
el
Papa fuése infalible: en cuyo caso, volveríamos al pen–
samiento ante•·ior, ó que todos los católicos tienen por cier–
to, que la Iglesia es una, y no todos tienen al Papa por infa–
lible.
j
Extraña argumentacion de la Curia! no poder ser in –
falible la I glesia, sin que lo sea previamente el Papa,
y
porque es infalible el Papa.
26.
Lo que con·esponde á la Iglesia despues de celebrado¡;
los Concilios.
Si en los mismos sacramentos hai casos en que por omi–
•iones en su administracion,
no
se siguen los efectos inten–
tados por Jesucristo, sin que por eso se niegue la eficacia y
virtud del sacramento; tambicn .en la celebracion de los con–
cilios p.udieran faltar ciertos requisitos, qL1e son indispensa–
bles para su lejitimidad y ecumenicidad, sin que por ello se
desconozca el poder y la suprema autoridad del Concilio le–
.jítimo y ecuménico. Que haya requisitos indispensables
para la ecumenicidad de un Con cilio, no pueden negarlo los
mismos curialistas,que como Belarmino, los numeran, aunque
á
su modo. S ubiendo á autoridad mas respetable,alegarémos
la del P apa G elasio, que tenia por " bien celebrado el Con–
cilio de C3lcedonia, porque lo ha bía sido conforme á las Es–
crituras, á la tradicion de los Padres,
y
á las reglas eclesiás–
ticas, y se hallaba recibido por toda la Iglesia;" así como te–
nia por "mal celebrado el de Efeso, en que presidió Diósco–
ro, porque lo había sido contra las Escrituras, contra la doc–
trina de
lo~
Padres,
y
contra las reglas eclesiásticas, por lo
cual no fué recibido por la Iglesia ni aprobado por la Silla
Apostólica."
'
Pero asi como, de que pueda habet· casos,
e.r
que se hu-