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-Q~S-

ewues m incrementos, sino que tod o se ha revelado de un:>

manera esplícita. ToJ o el trabajo de los P.apas

y

Obispos

está reducido á esplorar la p alabra divina por los únicos me–

dios por donde ella se trasmite,_lejos de contar con nueva re–

velacion ó inspiracion. E l Concilio Tridentino ha dicho,

que las verrl ades cristian as están contenidas en los libros de

la Sagrada Escritura,

y

en la s tradiciones que los apóstoles

l'ecibierori de la boca delmis•;¡1o Jesucristo, ó que inspirados

por el E spíritu Santo comunicaron

á

los demas, llegand o

hasta nosotros como pasadas de mano en manQ,

y

conserva–

das en la Iglesia catól ica por una sucesion continua."

S egun estos principios indubitables

y

católicos, que la Cn–

r ia misma no podrá negar, los pastores tienen que buscar eil

la Iglesia la creencia de los dogma s cristianos,

y

las tradi–

ciones que deben venir de la boca i:l e Jesucristo hasta

el

tiempo en que se es lá averiguando la creencia; de

sue~;te

que Jo que no ,;e ha creído en el primer siglo, no puede ni

debe creerse en los sigl_os siguientes. Son mui notables

y

de

uso frecuen te las palabras de San V icente de Lerius-"en

la Iglesia cató lica debe tenerse mucho cuidado en seguir

aquello, que fu é creido en todas partes, siempre

y

por to–

dos"- quocl ubique, quod sempe,-, quod ab o?Jmibus ere- ·

ditmn

est.

·

17.

Contestase á un argumento

a

fawor de la i'?fa.libilitlad

papal.

S i pues la defiuicion éle los rlogma s es la declaracion el e

. la creencia de todas las ig lesias, nadie mejor que los obis–

pos, ni con igual derecho, puede h acer esta declaracion,

ó

que todas ó cada una el e las igl esias ban creído

y

creen

esos d_ogmas. Por donde se verá la arbi trariedad

y

pa rcia–

lidad con que ha supuesto uno de nuestr os curialistas la

urjencia, el g ravísimo apuro, la a bsoluta necesid ad de que

las cuestiones se decidan prontamente;

y

todo ello

á

fin de

llevar la decision al Papa,

y

110

á

la morosa sentencia de un

Concilio j eneral. L lamamos a!·bitraria

y

parcial semejante

suposicion, porque ella está desmentida por la historia,

y

por la economía ele] réjimen eclesiá stico; pues en las cues –

tiones d ifíciles se

~currió

siempre, para terminarlas,

á

la de–

_cision de un Concilio ecuménico. L a

co n trorer~ia

de lo;;