-QQ5-
to tfc la
~uloriclatl
el e los obis pos, e ra sin perJUICIO
tÍ
e la es–
plicaciDn que habíamos de hacer en otra parte; pues entón–
ces nos contraíamos so lame nte
á
impug nar el oríj en pontifi–
cio d e dicha autoridad." Tales palabras bastan para repeler
e l cargo el e habernos contrad ich o; pero nos queda el de con–
cil iar una s con otrns sentencias.
Si J esucristo ha dado a utorid ad
a
la I glesia, y queri do y
dispuesto a l· mismo tiempo, que fuese ej ercida por Jos pasto·
res, que puso en ella para que la gobernasen; puede decirse
propia y naturalmente, que los obispos reciben de J esucristo,
ó pot· su disposicion y •voluntad
qje·rceu
la auto rid ad que
dejó
á
su Iglesia , y que no por algun cánon de esta, sino por
espresa cleterminacion del Salvador, son ellos y no otros los
qu e se hallan encargados del ejercicio d e ' esa a utoridad .
Ademas, como para llegar
á
t3n sublime destino, es indis–
pensable emplear la acción sa cramental,
á
que J esucristo
ha vinculado la comuni cacion el e las gracias y faculta eles que
se haya n menester; con verdad dirémos, que e l pode r y la
jurisdiccion que se conced e n en diferente medida, se · arre–
g lan
á
la volun ta d de Jesucris to, que por med io d el
órde1~
concede
á
sus ministrps el
qjercicio
del poder que dió
á
su
Iglesia.
En la mism a: E scritura enco ntramos un término de com–
paracion para fa cilitar la inte lige ncia. Cuando el
S ~ñ or
qui–
so dar
á
:Moisés setenta compañeros, que le ayudasen
á
lle–
var el peso d e
la administracion, asi le d ecia-"yo tomaré
de tu espíritu, y lo"comunicaré
ú
ellos, para qu e sostengan
contigo la carga d el
pueblo"-at!fe•·am
de spi1·itu tuo, tra–
dmnque eis, ut sustentent tecum omts popali.
El Señor ha–
bía dado
á
Moisés el espíritu
y
el poder que necesitaba, pa–
ra gobernar al pueblo hebreo; y sin embargo, de eso mismo
que ya diera, toma una p arte para com unica rla
á
los coope–
radores que le auxiliáran en el desempeño de su ca rgo. D e
igual manera po<h·á entend erse, cómo el Papa
y
los obispos
ej ercen cadá cual, segun su rango, porque J esucristo asi lo
ha dispu esto, la potestad que d ejó
ii
su Iglesia.
Dijimos tambien, y lo r epetimos nuevamente, que los obis–
pos, como s ucesores d e los a póstoles, tienen,
y
deben tener
e n consecuencia, •todao las facul tades que aquellos tuvieron,
y
les fueron d adas para bi en ele una fglesia qu<> habia de du –
rar pcrpctuan)Cntc: y que por ha berla:; recibido los
apósto~.
Q9