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I glesias,
ó
reunidos en Concilio genera
1;
y
lo ej ercen, po•·–
q ue t·epresentan
á
la I g lesi a,
á
quie n fu é dodo el poder;
y
sus definiciones dogmáticas serán infalibles, porque él re–
. presenta á la Igle•ia que es column a y firmamento de
b
ver(hd. A esta idea magnífi ca d e la fg lesia cristiana con–
t ra pongan nu estros lectores la pintura que de ella hacen los
c urialistas,
y
recuerd en las a bsu rd as y escandalosas senten–
cias con que hemos manchado alg unas pájinas de nuestras
disertaciones, como la de llamar al P a pa
casi Dios,
y
onwi –
potente-PAP.,
POTEST OM K IA QUJE DEUS POTEST ;
y de repu–
tar á la Iglesia,
á
la Madre Iglesia, á
la es1'0Sa
el
e
J
esu –
cristo pot·
sie·rva del Papa ,
segun la espresion d e Cayeta ·
llo- Eccte
ú a estserva nata
Rom . Pontjficis.
Digan cua l
d e los cl os
cua.lt·os será mas digno
d e
la obra de l DioR–
hombr<'.
8.
Comparase
ii
/.a Iglesia con una N acion.
Volvamos á comparar la Iglesia con la N a cion, para notar
la semej an za ·y la di ferencia.- L a so ber anía resid e en la
N aqion
y
su ej ercicio en los poderes de ella.-La a utori ·
dad espiritual reside en el cuerpo de la I glesia
y
el ejerci–
cio en sus p astores.- L os honibr es r eunid os en sociedad
establecieron go bierno, delegaron el ej ercicio d e la autori–
dad ,
y
nombraron majistraclos, para q ue ca d a cual en su es–
cala desempeñase las funciones q ue se
les encargaba n.–
En la Ig lesia no pued e emplea rse es te leng uaj e: J esucristo
esta blec ió su gobierno,
y
puso pastores con fun cion es pro-–
pia s seg un su j erarquía.- El hombre ti ene d erechos·
y
fa –
cultad es
é
inc linaciones porque es hombre; y lo es des de
que aparece sobre la tierra, hasta q ue la eda d ,
y
los requisi–
tos de las leyes le avisen que ya es tiempo de acred itarlo.–
E l h ombre no nace cristia no; ni puede alegar d erechos
y
facultades an tes cie perte necer a l cuer po d e la Ig lesia ; pues
precisa
y
únicamente los adqu iere p or ser mi embro de ell a,
y
c>J da cual segun el grado en que figure.
Pasando ahora de los simples fieles
á
los minist ros y p as–
to res. se ría un absurdo decir, que estos recibian de aque–
llos su potestad;
y
cuando en muchos sigl os el pueblo
y
el
clero elejian
:í
los obispos, no hacian mas que desig nar las
p<>r>ona", qu e recibía n de otra pa rte su corre>pondiente a t¡-·