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rara vez fué in terpelada la autoridad del Papa, pues tampo–
co lo ha bía sido para las elecciones: que si h ai ejemplos d e
r ecurso
á
la S illa Apostó li ca, sucedía esto por las circ uns–
tancias d e los tiempos, no p udie nd o reunirse el Concilio p ro–
vincial á causa de las g uerras; y que aun en la serie de ej em–
¡:Ylos del sig lo 11 para adelante, no hai testimonio cou que
pueda probarse la necesidad del recurso al Papa; p ero que
como se in ter ponía a lgunas veces, se fué p reparando el ca–
mino
á
la disciplina p osterior.
~2. -5.
0
T t·aslacion de Obispos:
A l acumula t' el erúd ito Tomasin documentos eclesiástico·s
en el pu nto de t raslaciones, p resen ta el verdadero espíritú
de que estaban animados los pad res q ue hablaron d e el1as,
d ej ando el co nocimiento y la decisio n del asunto, no al inte–
rés privado, si no al j uicio del Concilio provi ncia l, sin la me–
nor intervencion del R . Pontífice;
y
q ue si en alg unas oca –
siones aparecia su
nombre~
e ra por alg una chcunstancia
es–
pecial que ll amaba su a utor idad suprema. C uando el P a pa
H il ario repr obó un·a t rasla cion hecha e n la Iglesia es pañola,
no fué porque el Concilio pTov incial h ubiese usur pad o un
derecho propio del R . Pon tífice, sino por haberse procedido
contra los
cánones-canones custodiantw·.
Y tan lej os esta–
ba de que los obis pos españoles creyfi'SCn del Papa el dere–
cho
d~
trasladar Obispos, q ue el Conci lio 16 de Toled o hi"
zo t res traslaciones, sin que fuese menester auto rizacion po n:
tificia, como lo h emos manifestado con tra n uestrp Dr. Mo·–
reno en la diser tacion de Concordatos.
Copiemos las siguientes p alabras d el Abate F leari-"el
Concilio de S·ardica, y otros que pr ohibieron severamente
las traslaciones, no hicieron ning una e:-<epcion en favo r del
Papa; y cuando e n casos mui raros se hizo alg una traslacion
p or la otilicl acl evidente de la Iglesia, se p rocedió con la a u–
toridad del Metropolitano y del Concilio provincial. Lej os
el e que el Papa a uto rizase la s traslaciones, la Iglesia Romana
ha siclo la mas fi el en observar los cá nones que las prohi:–
bian, y durante 900 años no encon tramos Obis po trasladado
á la Silla de Roma: Formoso fué el primero; lo que sirvió
de pre testo para desente rrar su cadáver. "