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noticia del Arzobispo. Alegaron al caso los cánones que
la
prohibían,
y
lo que en defensa de estos dejaron escrito los
Papas L eon
y
Celestino.
Y ¿qui én mejor que los obispos de la provincia podían
entender en esta materia? "Era mas razonable, dice el pia–
doso F leuri, dej ar á los obispos d el pais el conocimiento de
los lugares que tuviesen necesiilad de nuevos obispos,
y
escojer los sujetos aptos, que no <l ejar el asunto al Papa,
que por retirado no podía instruirse bien en el particular
poi·q ue nombrar comisarios
y
h acer informaciones, no vale:
tanto como la inspeccion ocular,
y
e l conocimiento propio.
A si cuando S. Agustín hizo erijir la nueva Sede de Fusala,
no se dirijió á Roma, sino al Primado de N umidia: San R e–
mijio no ocunió al Papa, para erijil· el obispado ele Lean."
20.-3.
e
·lilstítucton de los Obispos.
En la disertacion de Concorchtos hemos hablado lar–
gamente de esta materia,
y
dicho ahí, que el Concilio de
N icea encontró
y
ratificó la costumbre, de que lo obispns
fuesen confirmados
y
consagrado
poT e l me tropolitano y
sus sufraganeos: que el Concilio Antioqueno siguió las hue–
llas del de N icea, asi como el de Laodica, e l general de
Constantinopla, el general de Calcedonia,
y
otros muchos:
que los Romanos Pontífices
ií
cual mas se empeñaron en
protejer los cánones a l caso: <1ue los propios fabricadores de
fa lsas clecretales, no se atrevieron á adulterar esta parte ele
la di sciplina;
y
qttc en las clecretales de Gregario IX
y
en
e l sexto de Bonifacio VIII hai capíwlos expresos, donde se
supone
y
reconoce el derecho del metropolitano.
521.-4·.
e
Admitir las ,·enuncias de lo:,
Obiopo~.
Dice Tomasin , que fué uso laudable de los obispos no
separarse de sus Ig lesias, sino con el consentimiento del cle–
ro, del pueblo, del metropolitano y d,el príncipe; asi como
h abían necesi tado su autoridad ó consentimiento, para llegar
á ser ol:íispos: que si a lgunos proced ieron fuera de estas re–
glas, debe escnsarse su líjereza, ó condenarse su
temeri–
dad , ó admirarse la abundancia el e su caridad, que los lle–
vaba mas allá ele las leyes comunes de la disciplina: que