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tancia, y del distinguido lugar que ocuparon en la jerar–

quía: téngase presente lo que hemos dicho en la diserta-

c ion de

Concm·datos.

,

En varias ocasiones h emos hablado de la funcion que

cumple

á

los obispos, de \"elar e n la conservacion del

depó–

sito

de la fé cristiana, y al caso referimos, cual fu é la con–

ducta que obser varon desde los primitivos

tiempos de la

Iglesia, atacando cada cual el error en su nacimiento;

ó

cuando es to no bastaba,

y

se creía mas eficaz la accion de

muchos,- reuni éndose en un lugar de la provincia, para juz–

gar la d octrina, y condenarla, si lo mereciese. L a historia

ha conservado innumerables documentos al caso, que se

e ncuentran en la coleccion de los concilios.

19.-!2.

0

Ereccion de obispados

No pudo menos d e notar el e rúdito Tomasin el profundo

silencio de los primeros sig los, acerca de la intervencion de

los Emperadores

y

de los Papas en

la ereccion de obispa–

dos. No olviden nuestros lectores, que luego que el Empe–

rador co ncedía

á

un pueblo el título de ciudad, los -pastores

de la Iglesia ponían ahí un Obispo; y que segun la espre.

sion del mismo escritor, "el ce"lo

y

la potestad de la Silla

Apostólica se distinguían prin cipalme nte, en enviar obispos

á

las jentes recien convertidas, ó

á

]as que necesitaban

serlo." Do todo lo cual qedueirémos, á propósito de n\.les–

tr o asunto, que los concilios provinciales ente ndían exclusi–

vamente en la e reccion de obispados,, dura nte los cinco pri–

meros sig los de la Iglesia.

En los siglos sig uie ntes con tinuaron los metropolitanos

y

sus sínodos en pacífica posesion ele su derecho;

y

si algu–

na circunstancia extraord inaria hacia oir el nombre del Ro–

mano Pontífice, era sin mengua de ese derecho, y mas bien

para corrobora rlo, ó para venir en apoyo de los cánones, ó

para suplir la negligencia de los obispos. Cua ndo SanGre–

gorio .Magno e nvió misioneros

á

Ing laterra, da ba por ra–

zo n, que lo hacia, a te ndiendo

á

la negligencia de los obis–

pos vecinos. A fines del siglo X T eotn1anr, A rzobispo d e

Salzburgo, y otros obispos de s u provincia, se quej aron al

Papa Juan IX de que á nombre suyo se había establecido

un arzobispad o con tre.s sufragáneos eu la E sclavonia, sín