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171-

a tribucion es propias, tenemos necesidad de d escend er

á

por –

menores.

l.

0

E l Concilio Tridentino au torizó

á

Jos Obispos, para

que con el obj eto d e esta blecer colejios seminarios, tomasen

a lg una par te de la masa episcopal

y

capitula r,

y

de cuales–

quiera benefi cios,y a plicasen algunos beneficios simples, aun

ántes d e que vacasen, sin que sirviera d e im pedimento que

fuesen reservados. Pero la Congregacion d el Conci lio d e–

clar ó nula la union d e beneficio s en favor d el semi nario,

cuando no estaba erijido sino que iba á erijirse;

y

como un

O bispo había incorporado al sel11Ínario un beneficio reser–

\•ado

á

la S ill a A postólica d espues d e haber vacado, decre–

tó la Cong regacion, q ue los Obispos no podía n uhir los b e–

neficios al seminario sino ántes de vacar.

Poco se necesita para ad ve rtir la n ing una justicia del pro–

ced e r d e la Congregacion; porque el mal modo de soste ner

una causa, h a servido siempre d e prue ba á la contraria. Si

e l Conci lio a utorizó

á

los Obispos, con el laud a bl e fin de fo–

mentar los seminarios, para que les a plicasen una parte d e

las rentas eclesiásticas,

y

a lg unos benefi cios simples , no ha–

ll a mos razon pa ra contra d ecir

á

los Obispos, que hubiesen

unido los be nefi cios á ntes d e erijir e l semin a rio; pu es e l in–

tento de los padres estaba conocid o,

y

era

favo1·able á la

cons trucción d el seminario

y

al d erecho d el Obispo-el

quia

a

el

collc[:[ii faln·icam institueucla.m

&.

Adema s, si el Conci–

lio auto rizaba al Obispo para que hici era la un ion,

a1tn

ántes

d e vaca r los beneficios-ETI AM

a.utc vacationem,

era para

ampliar su facultad, lejos d e restrinjirla, como lo hizo la

Congregacion respecto d e los benefic ios reservados

á

la S i–

lla Apostó lica.

l\1irando a hora el asunto por e l as pecto que co rres ponde

á

nuestro propósito, ¿quiénes mas bie n qne los obispos en Sí–

nodo, pod rian e ntender con mas acie rto é inte rés en el parti–

cular? E ll os como nadie esti_marían las necesidades,

y

toma–

rían de donde mejor conviniese el oportuno remedio;

y

nadie

mejor ni tan bien como los Obispos

y

sus Sínod os, estarian

a l cabo d e cuand o no se ofend ía ning un derecho e n pocos

o

muchos beneficios.

Y

su puesto que todavía hubiese en las

I glesias mese:!; rese rvados á la S illa Apostó lica, fuera de las

re~rvas

j enerales; ¿qui énes

mejor

que los Obispos

y

sus Sí–

nodos pudieran ir fru strando d e caso en caso las reservas,