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ten ahora nuestros lectores, que Fáusto y l\'Iartin suscri bie–
ron en el Concilio de Constantinopla, despues de los obis–
}10S,
á
la éleposicion de Eutiq ues.
Ademas, siendo superior la autoridad de los obispos á la
de los presbíteros d entro y fuera de los Concilios, nada tie–
ne de estraño, que acrediten el e este ó aquel modo esta su–
perioridad, q ue €xistiria independientemen te el e esta ó aque–
lla clemostracion. Y prescindiendo ele las palabras, lo que
importa es atender a l lugar que ocupan los que asisten al
Concilio, y
á
las funciones que desempeñl'I1 en él. No nece–
sitamos por cierto, al leer las actas del Concílio ele Jerusa–
len, rejistrar las snscripciones de los apóstoles y ele los pr es•
bíteros, sino que nos hasta saber, que el punto en cuestion
se sometió a l exámen ele unos y otros, y que
á
la ¡·esolucion
se le clió• e
1
nombre ele
p·recerpto de lo& apóstoles
y
de los pres–
híte1'0S.
Fácil sería tambien presenta r actas de Concilios,
donde los obispos y l0s presbíteros pusieron su nombre de
ig_ual modo, diciendo simplemen te
susc,-ihi.
Y no fa lta
ej emplo ele un presbítero que firmó
así-defliniens szibsm·ipsi;
lo que contradice esa parte ele la objecion, en que se asegu–
ra confiadamente, que ningun presbítero firmó de esa mane–
ra. Por eso, el erudito lVIabillon,
á
vista ele los clocumentós
de la historia, llamó la atencion de los lectores, para decir–
les, que los p resbíteros tenían sufrajio aun en el Concilio
provinc ia l; lo que importa mucho mas que ser consejeros.
Contt·ayénclonos ahora al pasaje en que se supone, que los
Padres d ijeron en el Concilio de Calcedonia, qüe saliesen
afuera los que no eran Obispos, los lectores ·que rej istren
la sesion la. de dicho Concil io, adver tirán, que los Ori€n–
tales, es decir, los que pertenecían
á
la diócesis d e A ntioquía,
se hallaban e n contradiccion con los Egipcios: aquellos esta–
ban por
~1
Obisp<> Teodoreto, y estos contra él: aquellos se
d isculpaban el e la conducta que tuvieron en el concili ábulo
efesino, y estos no pasaban por ello; y unos
y
otros se exal–
taban, y pedían,
á
su vez, que los otros fuesen expelidos del
Concilio-foTas mittite.
Luego es falso, como ·c¡-eyó equivo–
cadamente Belarmino, que los padres del Concil io hubiesen
proferido tales palabras; que
á
.ser ele ellos, habrían tenido
efecto, ó $alido d el Concilio los presbíteros, si presbíter os
fueran los cle rigos que hacían bulla, y ele que hablaba'n los
ejipcios-clerici qua·re ctamitant.
Pero e) deseo qued ó perJ