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te qnc se le remitió. Pero US.
l.
en el caso actual no
remite el expediente pedido, sino que se niega á hacer–
lo. No pide que el Gobierno
decla1·e
no haber necesidad
de nuevo
pase,
sino que US.
l.
es quien declara y proce–
.de, sosteniendo que está en su derecho. Si los preceden–
tes mismos justifican lá exigencia del Jefe Supremo ¿pot·
qué US.
I.
con su negativa y sus procedimientos de he–
cho, ha puesto al actual Gobierno en el inevitable caso
de hallarse en contradiccion con el Metropolitano? ¿Por
qué despues de haber ido el Secretario del Culto, en per–
sona, á ver á US. I. y despues de abrirle euantos caminos
podían salvar, en tiempo oportuno, esa contradiccion, no
se remitió el expediente, teniendo doce dias de trempo
para todo procedimiento'? Cuando en la noche
anterl.oral dia del Jubileo, dije á US.
l.
en mi oficio de esa fecha,
que le era dificil á S.
E.
creer que el día 8 procedería
US.
I.
estando la cuestion pendiente; tuvo en cuenta S.
E.,
que ya US.
I.
había dado
alguna~
muestras de que en su
ánimo influyó lo expuesto por el Gobierno. US.
l.
dis–
puso en su circular de 25 de Agosto, que el día Domingo
2 del corriente, se publicase en la Misa Mayor la Encí–
clica
Quanta cura
y el Edicto;
y
sin,embargo de esa dis–
posicion, US.
I.
dió una contra-circular para que se sus–
pendiera la publicacion,
y
en efecto se suspendió. Para
dar ese paso, no debió haber mayor raz0n que para hacer
lo mismo el día 8. Los motivos esenciales, los profundos
convencimientos de US.
I.
no podían permitir que se
suspendiese la publicacion de la Encíclica en el dia pre–
fijado,
y
que no se suspendiese la ceremonia de apertura
el dia 8. En este dia debió tambien tener lugar la proce–
sion solemne que estaba prescrita en el Edicto para que
saliera al derredor de la plaza mayor. La procesion
Slil
excusó, y por laudable que sea el motivo en pró de la
tranquilidad de los ánimos y de las conciencias, ese mis-
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