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sia,
y
todos los mietnbros del cabildo,- dignidade.. ,
canongias
y
raciones,-debian ser nombrados por
los obi'spos. (
1)
En presencia de tal innovacion ¿no
desaparecían las garantías necesarias
y
eficaces
para la buena arn1onia entre la autoridad ecle–
siástica
y
el poder civil,
y
para que aquella no
sirviese de rémora al cumplilniento ordenado
y
tranquilo de las leyes pátrias?
El gobierno argentino pr,Jcedió acertaclan1ente al
no aceptar un pacto que 1naniataba la soberanía de
la República, sotnetiendola á una tutela tan injus–
tificada como indebida é innecesaria. Este será
siempre un timbre de honor para la acln1inistracion
del general Mitre que,
á
las sombra ele las liberta–
des públicas
y
derechos incontestables de la nacion,
porcuró encontrar soluciones mas justas, n1as con–
venientes y n1as radicales
á
las cuestiones político–
religiosas.
I..~a
otra tentativa, ahogada casi en su cuna.,
fne
la intentada en los comienzos del actual gobierno,
cuando el n1inisterio del culto era servido por el
doctor Pizarro. La prontitud con que se desbarató
el plan concebido é iniciado entónces, asi como la
oposicion de que fué objeto en lo.s círculos 1nas
ilustrados de la República, detnostraron suficiente–
mente que, no estando la nacion argentina clispnesta
(1).
A1·ttculos 4
°
y 5 '"' .