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de brazos una nacion en presencia de un rr1jnistro ·
extranjero que conspira contra sus mas caros inte–
reses?
Solo una objecion aparentemente razonable se ha
opuesto
á
esta medida. Es costumbre se ha dicho,
cuando un ag·ente diplomático incurre en faltas gra–
ves ofensivas
á
la nacion
ó
al g·obierno cerca del cual
desempeña sus funciones, interponer la queja ante su
soberano y pedir su retiro; pero no se le despide sin
prévio aviso
á
su g·obierno.
N
o se tiene presente
que cuando las naciones hacen uso
d~
un derecho–
propio no necesitan ni estan obligadas
á
recabar el
consentirniento de
lo~
otros paises. Ademas, solo
se acostumbra pedir el retiro de un agente
á
su sobe–
rano, cuando no se trata de faltas 1nuy graves que
~xigen
represion pronta é inmediata)
ó
·cuando las
distancias permiten una con1unicacion rápida
y
fre–
cuente para explicar los hechos con la detencion
reclamada por su importancia.
Por último, la can–
~illeria
pontificia, léjos de desautorizar l9s actos de
su representante en Buenos Aires, los aprobó plena–
mente, juzgando con desten1planza
y
falsearniento de
los sucesos, las medidas del g·obierno argentino; lo
cual ha demostrado,
á
posteriori,
cuan inútiles ha–
brian sido ]as gestiones eerca de la siila apost•Hica
para consegnir el retiro
ó
reen1plazo de monseñor
Mattera, por haber faltado
á
]a neutralidad de su
•
carácter diplomático en_asuntos de política interior.