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realidad las funciones de tal. ; Pero ninguno de los
dos gobiernos ejercía en Lilna autoridad
efectiva~
por que la capital del PerlÍ. soportaba aun el yugo
del enen1igo extranjero.
Ocurrió en tales circunstancias lo siguiente:
El
gobierno de Arequipa,
á
cuya cabeza estaba el ge–
neral Montero, para proveer el deanato del coro de
Lima, nombró dean al doctor Manuel Bandini, que
ejerce las funciones de coadj ntor en el arzobispado
de la 1netróp0li peruana. Al mismo tien1po, el go·
bierno del general Iglesias, no1nbró para ocupar el
mis1no puesto al doctor Manuel Tovar, rector enton–
ces dél seminario conciliar limense.
El arzobispo con el acuerdo de su coadjutor y
con el 1nanifiesto apoyo de los mie1nbros del coro
de la iglesia 1netropolitana,
considerando
legíti–
mo el gobierno del general Montero¡ dió curso
al nombramiento hecho por este.} posponiendo
ó
con–
siderando nulo el non1bra1niento hecho por el gene–
ral Iglesias.
El .
sacerdote favorecido por este ültin1o) apo-·
yado
á
su vez en una fraccion del clero que consi–
deraba legítimo el gobierno del señor Iglesias, ·
sostuvo su derecho
á
que se le confiriese la institu–
cion canónica. Las 1nis1nas exigencias fonnuló
despues el gobierno del general Iglesias, cuando
ocupó la ciudad de Lin1a, sin eonsegnir que sus de–
cisiones fueran acatadas por el respectivo prelado.